Aprecio apreciado
«¡Este capítulo es como la tarjeta de saludos más larga de mundo!», pensó Diego una mañana, mientras leía el capítulo 16 de Romanos. El niño miró nuevamente los versículos. «Habla sobre la gente que Pablo apreciaba. Quizá esté en la Biblia para demostrarnos que debemos comunicar a los demás cuánto los apreciamos, ya lo sé. ¡Es lo que haré hoy! Me preguntó, ¿qué pensarán?». Diego sonrió. «¡Probablemente se sorprenderán!».
Durante el desayuno, Diego sonrió a su madre cuando ella le entregó un plato con huevos y pan tostado.
—Gracias por preparar esta comida para mí, mamá —luego se dirigió a su hermano—. Y gracias por dejarme usar tus marcadores para mi cartel, Luis.
La madre y Luis se veían un poco sorprendidos, pero respondieron el agradecimiento de Diego con grandes sonrisas.
Más tarde, ese día, Diego saludó a un amigo:
—¡Hola, Gabriel! Fue muy amable de tu parte que me hayas defendido cuando esos niños se burlaron de mí ayer.
—Tranquilo, no hay problema —afirmó Gabriel con una sonrisa—. Para eso estamos los amigos.
Después de la clase, Diego fue donde su maestra, que estaba calificando tareas en su escritorio.
—Me gusta mucho la forma en que usted nos enseña sobre las batallas de la Guerra Civil —comentó—. Las historias que nos cuenta hacen que estudiar sea mucho más interesante. Y me ayudan a recordar las fechas.
La señorita Simancas sonrió.
—¡Oh, gracias! Me alegra que te ayuden.
Cuando iba de camino a casa, Diego vio al pastor Gómez y al director de alabanza en el estacionamiento.
—Buenas tardes, pastor Gómez —saludó el niño mientras se acercaba—. El domingo, en el sermón sobre los Diez Mandamientos, usted los explicó de una manera que pude entender. Y me gusta la música que usted elige cada semana, señor Campana.
Diego recibió dos sonrisas más. Esa noche, mientras se alistaba para dormir, recordó todas las sonrisas que había recibido ese día:
—La gente aprecia ser apreciada —se dijo a sí mismo. Entonces pensó en alguien más. «No le he dicho a Dios cuánto Lo aprecio hoy». Así que se sentó en su cama y oró:
—Amado Jesús, gracias por amarme y por morir en la cruz por mis pecados. Y gracias por todas las personas maravillosas que has puesto en mi vida. Amén.
LINDA WEDDLE
COMPARTE EL APRECIO QUE SIENTES
VERSÍCULO CLAVE: FILIPENSES 1:3
DOY GRACIAS A MI DIOS SIEMPRE QUE ME ACUERDO DE USTEDES.
¿A quiénes aprecias? ¿Les has dicho? Haz una lista de cinco personas con las que estés agradecido y luego comparte tu aprecio con ellos. Y no olvides de incluir a Jesús en tu lista. ¡Él merece el mayor de los aprecios! Dale gracias por todo lo que el Señor ha hecho por ti y por poner a personas en tu vida que te aman, te ayudan y te guían hacia Él.
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