Manéjese con cuidado
—Sancho, ¿me puedes prestar una de tus camisetas de la escuela para usarla en el partido de baloncesto de hoy? —le preguntó César a su hermano mayor.
—No —contestó Sancho con firmeza.
—¡Oh, por favor, di que sí! —rogó César—. Todos usarán una camiseta de la escuela, pero la mía está en la ropa sucia. ¿Por qué no me dejas ponerme la tuya?
—Porque la vas a dañar —aseguró Sancho—. Ya dije que no, y no es no.
En ese momento entró su madre.
—Mamá, ¡Sancho se está portando egoísta! —exclamó César—. ¿Por qué no puedo usar su camiseta solo esta vez?
—Ya sabes por qué tu hermano no te presta su camiseta, hijo —indicó mamá.
—Pero voy a tener cuidado —afirmó César—. ¡Lo prometo!
—Sancho no tiene ninguna razón para creerte —señaló la madre—. ¿Recuerdas lo que pasó con su cámara? ¿Y con su gorra de béisbol?
Sancho asintió.
—Ya te he prestado mis cosas antes y no las has cuidado.
—Cuando te presté mi bicicleta, la llenaste de barro, pero no me enojé —respondió César para devolver el ataque.
—Porque le lavé y le saqué brillo antes de guardarla —le recordó Sancho.
—Yo vi tu bicicleta después que tu hermano la usó y la limpió —agregó mamá—, y se veía como nueva. Pero piensa un momento, ¿cómo te hubieras sentido si no la hubiera limpiado y la recibías toda cubierta de barro?
César suspiró.
—Supongo que mal.
—¿Qué hubieras pensado sobre su actitud acerca de ti si te demostrara que no le importan tus cosas? —preguntó su madre.
César se tomó un minuto para meditar en la pregunta.
—Bueno… probablemente hubiera pensado que tampoco yo le importo mucho —admitió.
Mamá asintió.
—Las personas son mucho más importantes que las cosas, por supuesto, pero la forma en que tratamos las cosas de los demás cuando las pedimos prestadas puede demostrarles que nos importan… o darles la idea contraria si somos descuidados con sus cosas. Cuando cuidamos los artículos que pedimos prestados, eso demuestra a la otra persona que le respetamos y nos importan sus sentimientos. Es una forma en que demostramos a otros el amor de Jesús, ya que a Él siempre le importan nuestros sentimientos.
César miró a su hermano mayor.
—Perdóname porque he sido descuidado con tus cosas. Si alguna vez me vuelves a prestar algo, te prometo que lo cuidaré bien.
AGNES G. LIVEZEY
CUIDA LAS COSAS QUE PIDES PRESTADAS
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 12:10 (PDT)
TÉNGANSE CARIÑO UNOS A OTROS, COMO HERMANOS. DEN PREFERENCIA A LOS DEMÁS Y RESPÉTENSE UNOS A OTROS.
Cuando usas las cosas de otras personas, ¿tienes cuidado con ellas? ¿Regresas los artículos que te han prestado lo más pronto posible? ¿Te aseguras de que estén en buen estado cuando los devuelves? Al respetar las cosas de otras personas, demuestras respeto por su dueño también. ¡Le estás demostrando el amor de Jesús! Demuéstrales a las personas que te importan al cuidar las cosas que te prestan.
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