El tiempo para tostar el pan
—Leví, hoy te olvidaste de orar por Claudio —reclamó Ana después que su hermano mayor terminara su oración en la mesa del desayuno.
—Se supone que no deberías criticar las oraciones de otras personas —señaló Leví—. Pero, de todos modos, ya me cansé de orar por Claudio. No estaba funcionando. Él no está interesado en venir a la iglesia ni en hablar sobre Jesús.
Ana frunció el ceño mientras su madre ponía el pan en la tostadora.
—¡Pero solo comenzaste a orar por él hace dos semanas!
—¡No estoy llevando la cuenta! Además, Dios podría salvarlo en dos segundos si quisiera —contestó Leví a la defensiva—. ¿Recuerdas la historia de Saulo? ¡Jesús se le apareció en una luz cegadora y creyó enseguida!
Mamá miró a Leví con una expresión pensativa. Después se inclinó y sacó el pan de la tostadora.
—¿Estás segura de que el pan tostado está listo? —preguntó el niño—. No se tardó mucho.
La madre tomó una rebanada de pan y la sostuvo en alto.
—Parece que la tostadora no está funcionando, ¿no crees? Este pan está tan blanco como cuando lo puse ahí.
—Es que lo sacaste demasiado pronto —indicó Leví—. ¡Sabía que necesitaba más tiempo!
Ana se dio cuenta de lo que su mamá quería hacer y sonrió.
—Lo mismo pasa con la oración —le dijo a su hermano—. ¿Verdad, mamá?
—A veces —respondió su madre—. Pero tienes razón en una cosa, hijo. Dios sí puede salvar a Claudio en un segundo, y lo hará, tan pronto como él confíe en Jesús como su Salvador —mamá le mostró la blanda rebanada de pan—. Si este pedazo fuera más delgado, se tostaría más rápido. Si estuviera congelado, tomaría más tiempo. Si no queda bien tostado la primera vez, tenemos que volverlo a meter en la tostadora —ella puso nuevamente el pan en el aparato—. Esa es una ilustración de cómo debemos orar por otras personas.
—¿Porque hay personas que responden más rápidamente que otras? —preguntó Leví.
—Así es —afirmó mamá—. Nuestra tarea es volver a orar, una y otra vez, si no vemos resultados enseguida.
Mientras la madre estaba hablando, la tostada saltó del orificio. Ana la tomó.
—Ya está listo el pan —la niña sonrió a su hermano—. ¿Ves? Vale la pena tener paciencia… cuando estás tostando pan y cuando estás orando.
Todos comieron pan tostado calientito, y Leví decidió que seguiría orando por Claudio.
HEATHER M. TEKAVEC
SIGUE ORANDO
VERSÍCULO CLAVE: 1 TESALONICENSES 5:17 (NTV)
NUNCA DEJEN DE ORAR.
¿Has orado por alguien que no conoce a Jesús? ¿Te parece que no sucede nada? Sigue orando de todos modos. Las personas son diferentes y Dios trabaja en la vida de cada uno de modo distinto. A veces podrás ver una rápida respuesta a tus oraciones. Otras veces tomará más tiempo, incluso años, antes que veas algún resultado. Así que sigue orando, porque sabes que Jesús ama a esa persona y escucha tus oraciones.
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