Usa tus riendas

Carolina animó a Tormenta de Arena para que galopara mientras rodeaba el campo.  Le encantaba montar a caballo, pero hoy ni siquiera el sol que resplandecía en la crin dorada de Tormenta de Arena pudo evitar que cayeran unas lágrimas de rabia.  El caballo aprovechó la oportunidad para tomar un bocadillo de delicioso pasto.

—¡Carolina, usa tus riendas! —le gritó su tía Silvia, y la niña se asustó al escucharla, pero haló las riendas y Tormenta de Arena levantó su cabeza, protestando con un relincho.

La niña guio al caballo hacia el establo y la tía Silvia tomó las riendas mientras Carolina desmontaba.

—¿Qué te pasa hoy?  Normalmente no dejas que Tormenta de Arena de aproveche de ti.

La sobrina suspiró.

—Juana y yo tuvimos una discusión en la escuela.  Hemos sido las mejores amigas desde el primer grado, pero últimamente ella me irrita tanto.  Estaba tan enojada que de mi interior salió un río de palabras feas que no quería decirle.

La tía Silvia le entregó a Carolina el cepillo de Tormenta de Arena.

—Parece que no usaste tus riendas.

—¡Ja! ¡No soy un caballo! —resopló la niña mientras cepillaba a Tormenta de Arena.

Su tía sonrió.

—No, pero te portaste igual que el caballo hace unos momentos.  Él quería seguir sus instintos, pero tus riendas lo ayudaron a volver a su camino.  Tormenta de Arena tenía que escucharte… así como nosotros debemos escuchar al Espíritu Santo cuando hala las riendas de nuestros corazones.

—¡Pero es tan difícil!  Jesús es mi Salvador, pero a veces mi viejo «yo» quiere volver a tomar el control, y digo y hago cosas que no quiero.

—El apóstol Pablo dijo lo mismo —respondió la tía Silvia—.  En el libro de Romanos, escribió que muchas veces hacía lo contrario de lo que quería.  Sentía que estaba en una batalla campal entre su vieja naturaleza pecaminosa y su nueva naturaleza.

—¿Y qué hizo? —preguntó Carolina.

—Él dio gracias a Dios por salvarlo a través de Jesucristo.  Ya que tú confías en Jesús, sobrina, la fuerza del Señor te ayudará a tener el autocontrol que te hace falta.  No siempre es fácil, pero puedes hablar y actuar como la nueva persona amorosa que Él ha creado en ti.

—Nunca lo había pensado de ese modo —expresó Carolina mientras acariciaba el hocico de su caballo—.  Gracias, tía.  Voy a llamar a Juana para pedirle perdón… pero antes voy a hablar con Jesús para pedirle que me perdone y que me guíe.

La tía Silvia guiñó el ojo.

—¡Esa es mi sobrina!  ¡Nadie te ayudará a sostener las riendas mejor que Él!

SAVANNAH COLEMAN

DESCANSA EN EL PODER DE DIOS PARA TENER AUTOCONTROL

VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 25:28 (NTV)

UNA PERSONA SIN CONTROL PROPIO ES COMO UNA CIUDAD CON LAS MURALLAS DESTRUIDAS.

¿Alguna vez has montado a caballo?  Si lo has hecho, sabes la importancia de las riendas atadas a los estribos, porque eso alienta al caballo a ir en la dirección que deseas.  Nuestros pensamientos, palabras y acciones pueden ser mucho más difíciles de controlar.  La buena noticia es que no tienes que hacerlo solo.  Si eres hijo o hija de Dios, tienes Su poder en ti.  Él nos a dado todo lo que necesitamos para tener una vida piadosa.  Confía en que el Señor te ayudará a tener autocontrol.

Clave de Hoy
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