Sin castigo
El ruido de vidrios rotos hizo que Darío corriera a la cocina. —¡Melany! —exclamó—. ¿Qué hiciste?
La niña miraba horrorizada los pedazos del cristal roto en el piso. —No… no fue mi intención…
—Ese era el florero que el abuelo le dio a mamá justo antes de morir —declaró Darío—. ¡Ahora sí que se va a enojar! Ella nos advirtió que no nos acerquemos ni lo toquemos, ¡pero lo rompiste de todas maneras!
—¿Qué pasó? —. Ambos niños dieron un brinco al escuchar la voz de su madre. Una expresión de tristeza invadió su cara el momento en que vio lo que había ocurrido.
Melani se puso a sollozar. —¡No quería romperlo, mamá! Solo estaba buscando un lápiz y… solo… ¡Lo siento!
La madre abrazó a la niña. —Está bien, hijita. No llores.
—Ella tendrá que comprarte otro, ¿verdad? —preguntó Darío—. Probablemente necesitará todos sus ahorros para reemplazarlo.
—No —respondió mamá con tristeza—. Voy a mostrarle misericordia. Melani ya aprendió que debe tener más cuidado y me ha demostrado que está muy triste por lo que sucedió.
Darío cruzó los brazos. —Si yo hubiera roto el florero, ¡me hubieras castigado quitándome toda la diversión por una semana! —se quejó.
—¡Eso no es verdad, hijo! —aseguró su madre—. No tengas envidia cuando alguien muestra misericordia a otra persona. Es algo por lo que todos deberíamos estar agradecidos. Sin la misericordia de Dios, todos recibiríamos el castigo eterno que merecemos. Pero Dios envió a Su propio Hijo para tomar nuestro casito, para mostrarnos y misericordia. Entonces, como hemos sido perdonados, podemos también mostrar misericordia a los demás. ¡Quién sabe! Tal vez mañana tú necesites que alguien te muestre misericordia.
Darío vaciló, pero después tomó la escoba y la pala. —Vamos, Melani —indicó—. Te ayudaré a limpiar. — BARBARA J. WESTBERG
AMA LA MISERICORDIA
VERSÍCULO CLAVE: MIQUEAS 6:8
¿Y QUÉ ES LO QUE DEMANDA EL SEÑOR DE TI, SINO SOLO PRACTICAR LA JUSTICIA, AMAR LA MISERICORDIA, Y ANDAR HUMILDEMENTE CON TU DIOS?.
¿Te molesta cuando una persona culpable no recibe un castigo? Es importante que recuerdes que cada uno de nosotros es culpable de pecar en contra de Dios, pero Él nos mostró misericordia. Jesús murió en la cruz y resucitó para que nuestros pecados puedan ser perdonados, y Él nos llama a perdonar a otros y mostrarles misericordia. Cuando alguien no recibe su merecido, recuerda que eso es lo que Dios hizo por ti. Ama la misericordia, al igual que el Señor.
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