Una pequeña luz
“¡Mamá!”, gritó Joaquín al entrar en la casa.
“Estoy en la lavandería”, respondió su madre.
El niño fue a contarle a mamá la emocionante noticia: “La familia de Kalil me invitó con ellos a ir a la Cueva del Mamut el próximo viernes. ¿Puedo ir? ¡Por favor!” La familia de Joaquín acababa de mudarse a otro estado y Kalil era un nuevo amigo que había conocido en la escuela.
“Suena divertido”, aseguró la madre. “Creo que no habría problema”. Ella sonrió. “¿Qué tal si le preguntas a Kalil si quisiera quedarse a dormir el próximo sábado y venir a la iglesia con nosotros en la mañana?”
“Bueno… Supongo que podría invitarle”, balbuceó Joaquín, pero no estaba tan seguro de que eso era lo que quería. Había oído cómo Kalil hacía algunos comentarios poco amables sobre los niños de la escuela que iban a la iglesia. Joaquín suspiró. “Si le cuento a mi mamá, ella me recordará los versículos que leímos en la mañana sobre cómo debemos permitir que la luz de Jesús brille en nosotros, para que los demás puedan conocer Su amor por ellos”, pensó. “Pero solo soy una persona. No estoy seguro de que la luz que yo podría darle haga mucha diferencia”.
El paseo con la familia de Kalil fue tan divertido como Joaquín se imaginó. Explorar la cueva fue una verdadera aventura. Cuando el grupo llegó a las profundidades de la caverna, la guía presionó un interruptor y apagó todas las luces del área. “Quiero que experimenten la oscuridad total”, les dijo al momento en que la cueva se envolvía en tinieblas absolutas.
“¿Estás ahí, Joaquín?”, susurró Kalil.
“Sí, estoy aquí”, contestó Joaquín con otro susurro.
Entonces la guía encendió una linterna diminuta y todos se enfocaron en ella. Mientras estaban ahí, Joaquín se sorprendió por la enorme diferencia que podía hacer una luz tan pequeña.
En el camino de regreso, Joaquín pensó en esa luz tan pequeña. “Supongo que conocer a Jesús me hace brillar con más luz de lo que creí”, admitió en sus pensamientos. “Kalil”, dijo finalmente, “¿quisieras quedarte a dormir en mi casa mañana para ir a la iglesia con nosotros el domingo? Mamá dijo que ella no tendría problemas con eso”.
Kalil se quedó en silencio mientras meditaba en su respuesta. Después sonrió y asintió. “Claro”, aceptó. “Le pediré permiso a mi mamá”.
Joaquín le devolvió la sonrisa y pensó: “Quizá mi pequeña luz sí hará una diferencia, después de todo”. — ESTHER M. BAILEY
BRILLA PARA JESÚS
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 5:14
USTEDES SON LA LUZ DEL MUNDO.
Tu luz es el reflejo del amor de Jesús en tu vida. ¿Te parece demasiado pequeña? No olvides que aun la luz más chiquita hace una gran diferencia en un lugar oscuro. Confía en que Jesús te ayudará a dejar que tu luz brille para Él. Quizá tengas que brillar al hablar a alguien sobre Jesús, al invitar a un amigo a la iglesia o simplemente siendo amable y servicial. Puede que te sorprenda la diferencia que puede hacer tu luz.
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