El huerto
Liliana frunció el ceño mientras tomaba un par de guantes de jardinería y un sombrero. Arrancar las malas hierbas en el huerto de su abuela era lo último que quería hacer el último día de sus vacaciones de verano.
“Lily, sé que no es así como quisieras pasar tu tiempo hoy, pero al menos me gustaría que te divirtieras un poco”, le dijo su abuela después de haber arrancado un poco de maleza. “¿No tienes un huerto en tu casa?”
“Sí, pero solo tengo que regar las plantas”, contestó Liliana. “Las malas hierbas no hacen tanto daño. Además, es mucho trabajo”.
La anciana miró a la niña, sorprendida. “¿No arrancas la maleza de tu huerto? ¿Qué clase de plantas tienes sembradas?”
“Sembré menta, perejil, cilantro, tomates, arándanos e hibisco”, respondió Liliana.
“¡Guau!”, exclamó la abuela. “Son muchas plantas para una niña”.
Liliana se encogió de hombros. “Solo las riego el sábado, así que no es tan difícil”.
“¿Solo los sábados? Yo riego mis plantas una vez al día y arranco las malas hierbas una vez por semana”.
La niña hizo una mueca. “Me parece que es demasiado trabajo”.
“Pero eso es lo que debes hacer para que las plantas puedan crecer y para que tu huerto se vea bonito”, aseguró la anciana.
Liliana suspiró. “Bueno, es verdad que mi huerto no se ve muy bonito”.
“¿Sabes? Así eran nuestros corazones antes que Jesús llegara a nuestras vidas”, explicó la abuela. “Nada hermoso podía crecer en nosotras porque la maleza del pecado brotaba por todos lados. Pero cuando Jesús nos salvó, Él nos regó con Su amor y arrancó nuestras malas hierbas. Así empezamos a crecer bajo Su cuidado, ¡y seguimos creciendo!”
“Vaya”, comentó Liliana. “Jesús realmente hace mucho por nosotros, ¿verdad?”
“Sí, así es”, afirmó la anciana. “Él cuida de nosotras cada día y nos da todo lo que necesitamos. Él nos hace hermosas”.
Liliana asintió. “Cuando llegue a casa, voy a seguir el ejemplo de Jesús y cuidaré mejor de mi huerto. ¡Lo regaré e incluso arrancaré las malas hierbas!” La niña sonrió a su abuela. “Hasta podría comprar una pequeña banquita para sentarme ahí a leer mi Biblia”, expresó cada vez con más emoción.
“Me parece una excelente idea, Lily”, indicó su abuela. “Me muero por ver lo hermoso que quedará tu huerto”. — CALY GROVES
JESÚS CUIDA DE NOSOTROS
VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 58:11 (NTV)
EL SEÑOR… LES DARÁ AGUA CUANDO TENGAN SED Y RESTAURARÁ SUS FUERZAS. SERÁN COMO UN HUERTO BIEN REGADO, COMO UN MANANTIAL QUE NUNCA SE SECA.
¿Tienes un huerto que ayudas a cuidar? Tener un jardín o un huerto requiere de mucho trabajo. Un huerto no crecerá hermoso si no se riegan las plantas o se arrancan las malas hierbas. Lo mismo sucede con nosotros. Necesitamos que Jesús arranque la maleza del pecado de nuestras vidas y que siempre Su amor en nosotros. Bajo Su cuidado amoroso, creceremos para convertirnos en hermosos jardines.
Leave a Reply
Want to join the discussion?Feel free to contribute!