Sin cambios
“¡Mamá, no puedo encontrar nada en esta cocina!”, se quejó Emilia en voz alta. “¿Cómo puedo hacer mi pastel si no sé dónde están las cosas?”
“Sí”, afirmó Adrián. “¿Por qué cambiaste el lugar de todo? Ayer quería hacerme una taza de chocolate caliente y no podía encontrar nada”.
“Les dije que tenía que experimentar un poquito porque la cocina es nueva”, contestó su madre. “No me gustaba cómo fluían las labores en la cocina, pero tenía que hacer el intento un tiempo antes de descifrar cómo mejorar la situación. Es probable que tenga que volverlo a cambiar… después de cómo funciona todo de esta manera”. Adrián refunfuñó y Emilia torció los ojos. Mamá rio. “La harina para el pastel está en la repisa de abajo en la alacena de la esquina”.
Su padre sonrió. “Me alegra que haya cosas que nunca cambian”.
“Yo también”, aseveró Adrián. “Me alegra que mamá no entre en mi habitación para cambiar todo”.
“Pero a veces los cambios hacen que las cosas mejoren”, aseguró la madre.
“Sí… por eso deberíamos ir a tu cuarto y revolucionarlo”, bromeó Emilia.
Adrián negó con la cabeza. “Me gusta mi habitación tal como está”.
“De hecho, no tenía en mente los cambios en la casa”, comentó papá. “Estaba pensando en Dios. La Biblia dice que Jesús es el mismo ayer, hoy y para siempre. ¿Pueden pensar en otras cosas sobre Dios que siempre permanezcan iguales?”
“Yo sé de una”, señaló Adrián. “La forma de encontrar la salvación y tener vida eterna no cambia. Eso es bueno. ¿Qué tal si tuviéramos que alcanzar una puntuación perfecta en la clase de Biblia para llegar al cielo?” El niño sonrió. “¡Emilia jamás lo lograría!”
Su herma rio. “¿O qué tal si tuviéramos que pasar todo un año, o incluso todo un día, sin hacer nada malo para que seamos aceptados por Dios? Entonces Adrián jamás lo lograría”.
“Ninguno de nosotros lo lograría”, expresó su padre. “Me alegra que el regalo de salvación que Dios nos da nunca cambie”.
“Y tampoco cambia Su amor por nosotros”, agregó mamá.
Papá asintió. “Parte de la grandeza de Dios es que Él siempre es el mismo. Él es el factor inmutable en un mundo que vive en constante mutación”. — KAREN R. LOCKLEAR
DIOS NUNCA CAMBIA
VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS 13:8
JESUCRISTO ES EL MISMO AYER Y HOY Y POR LOS SIGLOS.
¿Has notado que todo cambia continuamente? La música, nuestras amistades y estilos de vestir cambian. Aun lo que la gente cree que es bueno y malo no es lo mismo año tras año. Algunos cambios son buenos; otros, no. Pero Dios siempre será el mismo. Sus estándares de lo bueno y lo malo no cambian. Dios siempre te amará y cumplirá Sus promesas. Si conoces a Jesús, puedes tener la certeza de que jamás te abandonará y que vivirás con Él para siempre.
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