Se fue la luz
Lucas suspiró al sentarse en la mesa de la cocina y empezó a hacer sus tareas. “Qué día tan feo”, pensó. “Nada me ha salido bien”. Mientras abría su libro, las luces se apagaron, no solo en la cocina, sino en toda la casa. “¡Ay!”, gritó el niño. “¿Qué pasó?”
“Debe haberse ido la luz”, explicó su padre, quien subió del sótano, donde había estado trabajando. “El alumbrado de la calle también se apagó”.
Mamá salió de la cocina y encendió una vela. Eso ayudó un poquito y Lucas se las arregló para terminar su tarea.
“¿Saben qué? Prendamos la chimenea”, sugirió papá después de un rato. “Los niños pueden bajar sus sacos para dormir y ponerlos frente al fuego”.
“¡Qué bien!”, exclamó la hermana de Lucas, Viviana. “¡Será como acampar al aire libre! ¿Podemos asar malvaviscos?”
“Claro que sí”, afirmó su madre y, utilizando sus linternas, los hijos fueron a buscar sus sacos para dormir. En pocos minutos estuvieron listos en la sala.
“Cuando las luces se apagaron, creí que era otra cosa mala que me había sucedido hoy”, comentó Lucas mientras ayudaba a armar un juego de mesa para que jugaran todos. “Pero esto resultó ser divertido”.
“Estoy de acuerdo”, admitió Viviana mientras sacaba un malvavisco dorado de un asador.
Papá asintió. “Este apagón es un buen recordatorio de cómo la forma en que vemos nuestros problemas hace una gran deferencia. Podemos preocuparnos e inquietarnos o buscar el lado positivo de nuestra situación. Cuando recordamos que Jesús nos ha salvado y ha prometido usar todos nuestros problemas para el bien, podemos tener gozo y confiar en que Él se encargará de las dificultades. Debemos acudir a Jesús y pedirle que nos ayude a tener una buena actitud y a encontrar las lecciones que Él quisiera enseñarnos a través de nuestros problemas. Podría ser que incluso encontremos la manera de convertir un problema en una aventura”.
“Sí”, exclamó Lucas con una sonrisa. “¡Como hoy!”
“Así es”, agregó mamá. “Pero incluso cuando suceden cosas muy malas, Jesús promete que estará con nosotros y nos ayudará. Cuando tenemos esto en mente, vemos nuestros problemas con una luz distinta”. — CHARLES VANDERMEER
CONFÍA TUS PROBLEMAS A JESÚS
VERSÍCULO CLAVE: FILIPENSES 4:4
REGOCÍJENSE EN EL SEÑOR SIEMPRE. OTRA VEZ LO DIRÉ: ¡REGOCÍJENSE!
Cuando ocurre algo que parece un problema, ¿empiezas a preocuparte o quejarte? En vez de ello, ora por tu problema, ya que sabes que Jesús te ama y tiene un propósito para todo lo que permite en tu vida. Pídele que te ayude a tener una actitud de gozo, aun cuando las cosas no salgas como tú quisieras. Confía en que Él estará contigo y traerá algo bueno de tu situación.
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