El camino irregular
Enrique cerró la puerta de la cocina a sus espaldas, pero no podía cerrar los comentarios burlones que hacían eco en su cabeza. El niño caminó lentamente hacia la habitación en la que escuchó el zumbido de la máquina de coser de su madre. “¿Tuviste un buen día, hijo?”, preguntó mamá, levantando la mirada. Las lágrimas llenaron los ojos de Enrique, quien negó con la cabeza con vehemencia. La madre señaló una silla. “Siéntate y cuéntame qué pasó”.
Enrique tragó en seco y se sentó. “En la hora del almuerzo, algunos de los chicos empezaron a decir cosas muy crueles de uno de los maestros. No quisieron detenerse, aunque les dije que lo hicieran, así que simplemente me fui”.
“Hiciste muy bien”, aseguró mamá.
Enrique suspiró profundamente. “¡Oh, sí! ¡Qué bien! ¡Enrique el santito! Eso es lo que me llamaron el resto del día”.
“No siempre es fácil hacer lo correcto”, afirmó la madre mientras empezaba a sacar alfileres de un pedazo de tela.
El niño respiró y cambió de tema. “¿Qué estás cosiendo?”
“Un abrigo para Carolina”, contestó su madre. “El que está usando ya le queda muy pequeño”.
Enrique acarició con su dedo un pecado del material que ella utilizó. “Esto es pana, ¿verdad? Vaya que es una tela irregular”. El niño inspeccionó el material más de cerca. “¿Sabes una cosa? En la clase de historia aprendimos que solían hacer carreteras sobre los pantanos que se hacían con troncos. Se ponían los troncos uno al lado del otro, lo que creaba brechas que se veían como esta tela de pana, ¡pero mucho más grandes! ¿Te imaginas pasar por uno de esos caminos? ¡Qué brincoteado!”
Mamá dejó a un lado sus tijeras. “Qué incómodo sería. Eso me recuerda cómo nuestras vidas son más o menos así, como seguidores de Jesús. A veces la vía por la que andamos con Él es como ese camino de troncos”.
“¿A qué te refieres?”, preguntó Enrique.
“Piensa en lo que viviste hoy”, explicó su madre. “Fue muy incómodo, ¿verdad? Pero lo lograste”. Mamá sonrió. “Esas partes brincoteadas no te derribaron y Jesús estuvo contigo todo el tiempo”.
Enrique se puso de pie y sonrió. “Supongo que hay cosas peores que le pueden decir a uno que Enrique el santito. Seguiré confiando en que Jesús me ayudará a hacer lo correcto, aun cuando el camino sea irregular e incómodo”. — BARBARA J. WESTBERG
HAZ LO CORRECTO
VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 16:17
LA SENDA DE LOS RECTOS ES APARTARSE DEL MAL; EL QUE GUARDA SU CAMINO PRESERVA SU ALMA.
¿Has tenido que tomar un camino diferente que el de tus amigos? ¿Tuviste que decirles que no y pronunciarte en contra de lo que estaban haciendo? A lo mejor se rieron de ti o te pusieron apodos. La vida cristiana no siempre es fácil, pero Jesús está contigo en cada paso del camino. Confía en que Él te ayudará en medio del brincoteo y la incomodidad en tu senda, mientras caminas con él.
Leave a Reply
Want to join the discussion?Feel free to contribute!