Cuéntalo

Vicente se escabulló por la puerta y lanzó su mochila.  “¿Vicente?”, llamó papá desde la cocina.  “Mamá hizo brownies antes de irse a trabajar.  ¿Quieres uno?”

Sin responder, el niño salió corriendo a su habitación, cerró la puerta y se desplomó boca abajo en la cama.  Deseaba poder hablar con su papá y contarle cómo los demás niños le molestaban en la clase de educación física, pero le daba demasiada vergüenza.  La escena de la clase de la mañana se repetía en su mente como una pesadilla.  “¡Oye, panza cortada!”, vociferó Antonio el momento en que Vicente se quitó su camiseta en los vestidores.  En seguida, los demás niños comenzaron a repetir en coro mientras miraban embobados la cicatriz morada que dividía su pecho por la mitad.

“¿Puedo pasar?”, preguntó su padre desde el otro lado de la puerta.

Vicente enterró su cara en su almohada.  “¿Cómo podría papá entenderme?”, se preguntaba.

“¿Hijo?”, llamó el padre otra vez.  Vicente balbuceó una respuesta.  Luego oyó la puerta abrirse y en un momento su papá estaba sentado junto a él.  “¿Qué pasa?”

“Nada”, susurró el niño.  Pero el padre no se fue y, después de un largo silencio, Vicente se desahogó y le contó la historia de su humillación.

Papá acarició el hombro de su hijo.  “¿Sabes?  Como estás en una nueva escuela este año, estos niños no saben de tu operación, cómo Dios te permitió tener la cirugía en el corazón que hizo posible que juegues deportes y que puedas hacer educación física.  Tengo una idea.  La próxima vez que alguien te haga un comentario sobre tu cicatriz, trata de verla y decir: ‘Es genial, ¿verdad?’  Y entonces cuéntale cómo te ayudó esa cirugía en el corazón”.

“Eso podría funcionar”.  Vicente se sentó y le ofreció a su padre una sonrisa débil.  “Quería contarte antes, pero me daba vergüenza”.

“Siempre puedes contarnos cualquier cosa a tu mamá y a mí”, aseguró papá.  “Si estos niños siguen molestándote, nos aseguraremos de que la escuela haga algo al respecto.  Además, siempre puedes hablar con Jesús sobre tus problemas.  Él te ama y entiende todo lo que estás pasando.  El Señor quiere que le entregues todas tus preocupaciones y problemas, para ayudarte”.

“Gracias, papá”, expresó Vicente.  “¿Crees que podamos conversar un poco más y comer un brownie, al mismo tiempo?  ¡Tengo mucha hambre!” —  KATHLEEN M. MULDOON

ENTRÉGALE TUS PROBLEMAS A DIOS

VERSÍCULO CLAVE: 1 PEDRO 5:7 (NTV)

PONGAN TODAS SUS PREOCUPACIONES Y ANSIEDADES EN LAS MANOS DE DIOS, PORQUE ÉL CUIDA DE USTEDES.

¿Tienes algún problema tan vergonzoso que no puedes contarlo a nadie?  Quizá eres víctima de acoso escolar, tienes problemas con tus tareas o algún amigo está diciendo mentiras sobre ti.  Es importante que compartas tus problemas con un adulto, para que pueda ayudarte, especialmente si es algo grave.  Lo más importante es que compartas tus problemas con Jesús en oración.  Él siempre está listo para escucharte y ayudarte.

Clave de Hoy
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