Las semillas de las flores

“Hola, Clara.  Buenas tardes, señora Méndez.  ¿Qué hacen?”, preguntó Mónica, quien era vecina de los Méndez.  Clara y su mamá estaban de rodillas junto a unas flores en su patio trasero.

“Estamos recogiendo algunas de las flores que sembramos en la primavera”, contestó Clara.

“Qué genial.  Bueno, yo venía a ver si mañana quisieras ir con nosotros a la playa, Clara.  Saldremos temprano y nos quedaremos ahí todo el día.  Cuando oscurezca, ¡vamos a asar malvaviscos en una fogata!”, exclamó Mónica con emoción.

Clara miró a su mamá antes de responder.  “Parece que será muy divertido, Mónica, pero no puedo ir”, respondió.  “Mañana tengo que ir a la iglesia y no quiero faltar.  ¡Pero podrías venir conmigo!  Me encantaría que pudieras venir”.

Mónica negó con la cabeza.  “Prefiero pasar el día jugando en el mar y comiendo malvaviscos, antes que cantar canciones y oír a un predicador aburrido”, comentó.

La madre de Clara sonrió.  “Mónica, creo que te sorprenderías por lo bien que la pasarás cuando vayas a la iglesia con mi hija”, aseguró.  “Espero que vengas y que lo descubras por ti misma uno de estos días”.

“Bueno, tal vez”, respondió Mónica, que no estaba convencida del todo.  “Qué mal que no puedas venir con nosotros, Clara.  ¡Te echaré de menos cuando este comiendo esos deliciosos malvaviscos!”

Después que Mónica regresara a su casa, Clara suspiró.  “No entiendo, mamá.  Me la paso invitando a Mónica a la iglesia y hablándole sobre Jesús, pero no parece interesada.  A veces creo que algo debo estar haciendo mal.  ¿Debería simplemente darme por vencida?”

“Contar a alguien sobre Jesús es parecido a lo que hicimos en la primavera, hija”, explicó mamá.  “Sembramos las semillas de las flores y, del mismo modo, has estado sembrando las semillas del evangelio.  Se necesita un tiempo para que las semillas crezcan y a veces es fácil que nos desanimemos.  Cuando miras esas semillas tan diminutas, a duras penas puedes creer que puedan servir de mucho.  Pero mira cómo están ahora estas flores”.  Su madre sostuvo en alto una de las flores que había recogido.  “Con agua, cuidados y, sobre todo, con tiempo, estas semillas que sembramos crecieron y se convirtieron en hermosas flores.  Confía en que Dios hará que las semillas del evangelio crezcan también.  Sigue siendo amiga de Mónica y contándole acerca de Jesús”.

Clara asintió.  “Está bien, mamá”, indicó.  “Lo haré”.  —  SHAWNA ARTHURS

SIGUE SEMBRANDO LA SEMILLA DE LA PALABRA DE DIOS

VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 55:11

ASÍ SERÁ MI PALABRA QUE SALE DE MI BOCA, NO VOLVERÁ A MÍ VACÍA SIN HABER REALIZADO LO QUE DESEO, Y LOGRADO EL PROPÓSITO PARA EL CUAL LA ENVIÉ.

¿Tienes amigos que no conocen a Jesús?  ¿Les has contado sobre Él?  ¿Les has invitado a la iglesia?  No te rindas si no parecen estar interesados en ir a la iglesia contigo o en oír acerca de Jesús.  Dios dice que Su Palabra es como una semilla.  Cada vez que hables con tus amigos sobre Jesús, estás sembrando semillas en sus mentes.  Sigue sembrando y confía en que Dios hará crecer esas semillas.

Clave de Hoy
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