Padres imperfectos

Danilo se estaba alistando para reunirse con unos amigos cuando su padre entró del patio trasero, frunciendo el ceño.  “Danilo”, exclamó, “¿cuántas veces tengo que decirte que guardes las herramientas de jardinería cuando termines de usarlas?”  Él sostenía un rastrillo y un azadón.  “Encontré esto en el jardín.  Quién sabe cuánto tiempo estuvieron ahí”.

“Pero, papá”, dijo Danilo, “yo no…”

“No trates de dar excusas”, interrumpió severamente su padre.  “No voy a dejar que te salgas con la tuya esta vez”.  Cuando Danilo comenzó a protestar otra vez, el papá se enojó aún más.  “¡No digas una palabra más!  Ve a tu habitación hasta que sea la hora de la cena”, ordenó su padre.

Danilo saltó en su cama y se limpió una lágrima.  “¡No es justo!  Yo no dejé afuera esas herramientas, pero mi papá no me escucha”, pensó.  “Ahora no voy a poder jugar el nuevo videojuego de Óscar”.  El niño frunció el ceño cuando vio su Biblia en la cómoda.  “¿Cómo puede Dios dejar que suceda esto?

Unas horas después, Danilo oyó que se abría la puerta de su habitación, y su padre entró.  “Tengo que pedirte perdón, hijo”, expresó.  “Acabo de recordar que yo fui el último que trabajó en el jardín.  Yo dejé las herramientas ahí para hacer una llamada telefónica ayer y luego me olvidé de ellas”.

“Supongo”, balbuceó Danilo, descontento. 

“Me pasó algo parecido cuando era niño”, le contó papá.  “Mi padre me castigó por algo que creía que yo había hecho”.

“¿Qué dijo el abuelo cuando se dio cuenta de que estaba equivocado?”, preguntó Danilo.

“Él nunca se dio cuenta”, afirmó papá.  “Al principio yo estaba muy resentido y me puse a cuestionar a Dios, pero luego me di cuenta de que Dios quería que yo perdonara a mi padre, así como Él me perdonó a mí por mis pecados.  Esa lección de perdón la he recordado por el resto de mi vida”.  Papá miró a Danilo.  “Espero que tú también me perdones”.

El niño no pudo evitar sonreír ante la ansiosa expresión de su padre.  “Está bien, papá.  Te perdono.  Sé que no debo esperar que seas perfecto”.  El niño rio.  “Me acordaré de esto para poder contarles algún día a mis hijos, ¡en caso de que su padre tampoco sea perfecto!”  —  SHERRY L. KUYT

ABRE EL CORAZÓN PARA PERDONAR A TUS PADRES

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:32

SEAN MÁS BIEN AMABLES… PERDONÁNDOSE UNOS A OTROS, ASÍ COMO TAMBIÉN DIOS LOS PERDONÓ EN CRISTO.

¿Cómo se sientes cuando tus padres cometen errores?  ¿Te llenas de resentimiento y críticas?  ¿Creas una raíz de amargura contra ellos?  ¿O recuerdas que, como todos, los padres y madres tampoco son perfectos y que Jesús quiere que también los perdones, así como a las demás personas que te han hecho daño?  Él te ha perdonado por las cosas malas que cometiste y Él te ayudará a perdonar a otros, incluyendo a tus padres.

Clave de Hoy
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