No te aferres
“¡Mamá!”, gritó Jessica. “¡Casandra me pegó!”
“¡Porque tú me empujaste!”, dijo llorando su hermanita.
La mamá suspiró: “Niñas, por una vez me gustaría llevarlas a la escuela sin que peleen”.
Jessica sintió que su cara se enrojecía de ira por su hermana. Trató de ignorarla y sacó de su mochila un libro para leer, pero antes de terminar la primera oración, sintió el codo de Casandra en su costado. Ella empujó el codo de su hermana y, en un abrir y cerrar de ojos, estaban golpeándose otra vez.
“¡Ya basta, las dos! ¡Estoy hablando en serio!” Mamá detuvo el automóvil frente a la escuela. “¡No más peleas!”
Las niñas se bajaron del automóvil y se tomaron direcciones distintas, sin despedirse. Jessica sostenía con fuerza su lonchera mientras entraba a su primera clase, enfadada con su hermana.
A la hora del recreo, Jessica vio a su hermana sentada, sola, con una expresión perturbada. “¿Qué pasó?”, preguntó Jessica con frialdad, acercándose a la mesa.
“Me olvidé mi almuerzo”, respondió Casandra.
Las manos de Jessica se aferraron con más fuerza a su lonchera. “¡Qué pena! Tal vez si pasaras menos tiempo peleando conmigo y más tiempo alistándote para la escuela, eso no habría pasado”. Casandra miró la mesa vacía con tristeza. Jessica se dio la vuelta para irse, pero la señora Mendoza se paró frente a ella. La maestra la miró y le sonrió.
“Tienes agarrada tu lonchera con mucha fuerza”, notó. “¿Tienes miedo que de ahí se escapen un poco de amor y perdón?”
Jessica miró confundida la bolsa que tenía en las manos.
“A veces, cuando estamos enojadas por algo, queremos aferrarnos fuertemente a nuestra ira como ahora agarras tu lonchera”, dijo la señora Mendoza, halando un par de sillas para ella y para Jessica. “Pero la Biblia nos dice que soltemos nuestro enojo y perdonemos a los demás, de la misma manera en que Jesús ha perdonado nuestro pecado y no nos guarda resentimientos”. La maestra le dio unas palmaditas a Jessica en el brazo. “Quizá es hora de que la sueltes”.
Jessica sintió una punzada de culpa y regresó a ver a su hermana, luego bajó la mirada para fijarla en su lonchera. Lentamente abrió la bolsa y sacó parte de su sándwich con una bolsita de galletas. “Toma”, le dijo, poniendo la comida frente a Casandra.
Casandra levantó la mirada y sonrió. “Gracias, Jessica”. Su hermana le devolvió la sonrisa. “De nada”.
– CHANDRA PHILIP
NO TE AFERRES AL ENOJO
VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:31-32 (NVI)
ABANDONEN TODA AMARGURA, IRA Y ENOJO… Y PERDÓNENSE MUTUAMENTE, ASÍ COMO DIOS LOS PERDONÓ A USTEDES EN CRISTO.
¿Peleas con frecuencia con tus hermanos o tus amigos? Todos nos enojamos de vez en cuando, pero la Biblia nos advierte que no debemos aferrarnos a la ira ni rehusarnos a dejarla ir. En lugar de eso, recuerda el amor y el perdón que Jesús te ha mostrado y confía en que Él te ayudará a hacer lo mismo con otros. Luego suelta tu enojo y actúa con amor.
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