Mirna, la tortuga
“¡Adivina, mamá!”, Amir señaló una página web en la pantalla de su computadora. “¡ Otra vez van a hacer una carrera de tortugas en el festival del centro este año! Voy a inscribir a Mirna”.
Mamá rio. “Está bien. ¿Quién sabe? ¡A lo mejor gana!”
“Creo que sí”, aseguró Amir. “Comenzaré a entrenarla en seguida”.
Por varias semanas, antes de la carrera, Amir trabajó con Mirna. Según las reglas, el niño no podía tocar a la tortuga de ningún modo durante la carrera, pero cualquier otra cosa que pudiera hacer mover a la tortuga estaba permitida.
El día de la carrera amaneció despejado y el sol brillaba. La emoción se desbordaba mientras cada concursando ubicaba su tortuga en la línea de salida. Un fuerte “¡pum!” señaló el inicio de la carrera. Los niños soltaron a sus tortugas y se pusieron a gritar y dar palmadas, e incluso a soplar a sus tortugas para hacer que se movieran más rápido.
Amir no intentó ninguno de esos métodos. Con calma tomó un pedazo de papel de cera de su bolsillo. En él había envuelto algunos gusanos, ¡la comida favorita de Mirna! Amir sostuvo el gusano frente a los ojos de Mirna, para tentarla, y su tortuga se movía cada vez más rápido para tratar de alcanzar el bocadillo sabroso que se retorcía en la mano del niño. “Vamos, Mirna”, la animó en silencio. “¡Tú puedes hacerlo!”
Para el deleite de Amir, Mirna fue la primera en cruzar la línea de la meta. Rápidamente pegó el listón azul en su caparazón.
“Los gusanos son los que hicieron la magia”, explicó Amir durante el camino a casa. “¿Y sabes qué? ¡Todavía me queda uno para el postre de Mirna!”
Su papá rio. “¿Sabes? Aunque parezca extraño, la carrera de tortugas de hoy me recordó de la carrera a la que entramos cuando nos hacemos cristianos. Mirna tenía la mirada fija en ese gusano y, al seguirlo, ganó la carrera. Debemos siempre tener nuestros ojos puestos en Jesús y seguirlo a Él”.
Amir sonrió. “Y tal como Mirna seguía mirando hacia adelante para alcanzar el gusano, nosotros anhelamos ver a Jesús cara a cara algún día, ¿verdad? “ El niño rio. “¡Eso me parece mejor que el gusano!” – CHARLES VANDERMEER
SIGUE A JESÚS
VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS 12:1-2
CORRAMOS CON PACIENCIA (PERSEVERANCIA) LA CARRERA QUE TENEMOS POR DELANTE, 2 PUESTOS LOS OJOS EN[ JESÚS.
¿Has entrado a la carrera al confiar en Jesús como tu Salvador? Si es así, mantén tus ojos fijos en Él. Confía en que Él estará contigo y te ayudará en toda situación. Dedica tiempo para conocerlo mejor, hablando con Él, leyendo sobre Él en la Biblia y adorándolo con otros cristianos. Depende de Él para que te ayude y te dé la fuerza para correr la carrera, sabiendo que algún día lo verás cara a cara.
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