Una lección aprendida
Joaquín contó el dinero que había ganado cortando el pasto del vecino. “Con esto me voy a comprar una nueva bicicleta”, le contó a su hermana, Kayla.
“¿Y si pones un poco en la ofrenda de la iglesia?”, sugirió Kayla.
“Oh, papá nos dará dinero para la ofrenda”, aseguró Joaquín. “Este dinero es mío, así que puedo hacer lo que quiera con él”. El niño notó que su mamá estaba escuchando, así que fue corriendo a su habitación antes que ella tuviera la oportunidad de decir algo al respecto.
Al día siguiente, Kayla y Joaquín compraron una caja de chocolates para el cumpleaños de su madre. “Qué deliciosos se ven”, comentó Joaquín. “¡Me muero por probar uno!”
“¿Qué te hace pensar que te van a dar uno?”, preguntó Kayla.
“Tú conoces a mamá”, afirmó Joaquín. “Ella siempre comparte”.
A mamá le gustaron mucho los chocolates. Abrió la caja, tomó uno y se lo metió en la boca. “¡Está muy rico!” Y entonces cerró la caja. “Creo que guardaré los demás para después”.
Los ojos de Joaquín se abrieron por la sorpresa. “¿No nos vas a dar uno?”
“¿Darles uno?”, preguntó la madre. “Ustedes me dieron a mí los chocolates, así que son míos, ¿cierto?”
Joaquín asintió, pero con el ceño fruncido.
“Puedo ver que esperabas que yo compartiera el regalo que recibí”, explicó mamá. “¿Te suena conocido?”
Joaquín se encogió de hombros. “Supongo que suena como algo que escucho en la iglesia a veces”.
“Sí”, respondió su madre. “Dios nos ha dado muchos regalos maravillosos. El mejor de todos es Su Hijo, Jesús. Y Él sigue supliendo nuestras necesidades y llenándonos de bendiciones todos los días. Esa es la razón por la que debemos mostrar nuestro agradecimiento al darle a Él lo que le corresponde. Eso nos ayuda a recordar de dónde provienen esos regalos y a permitir que otros también los disfruten”.
De repente, Joaquín recordó la conversación que mamá había escuchado. “Ya entiendo lo que quieres decir”, admitió. “Dios me ha dado todo lo que tengo y debo poner parte del dinero que gané en la ofrenda de la iglesia, para que Él pueda usarlo para bendecir a otros”. El niño suspiró. “Supongo que aprendí mi lección por las malas”.
“No tan rápido”. La madre tomó la caja de chocolates. “Lo importante es que lo hayas aprendido. Ahora, ¿quisieras un chocolate?” – SHERRY L. KUYT
DALE A DIOS CON LIBERALIDAD
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 10:8
DE GRACIA RECIBIERON, DEN DE GRACIA.
¿Piensas con frecuencia en las muchas bendiciones que Dios te ha dado? ¿Estás dispuesto a tomarlas, no solo tu dinero, sino también tu tiempo y talentos, para devolvérselas a Dios al compartir con otros? Muéstrale al Señor lo agradecido que estás por todo lo que te ha dado por medio de darle de vuelta a Él.
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