Se necesita ayuda
“¡Ya me harté de tratar de portarme bien con Benicio!”, le contó Celso a su mamá. “¡Es tan malo! Cuando le pregunté si quería ser mi compañero en el laboratorio de ciencias, se rio y dijo que primero muerto antes de que lo vean con… bueno, no voy a repetir lo que él dijo de mí”. Celso se limpió una lágrima con su mano. “Yo solo estaba tratando de ser amigable con él porque no tiene ningún amigo. Ahora ya sé por qué, ¡no quiere tenerlos!”
La madre estaba a punto de responder cuando afuera se oyó un agudo ladrido, seguido de un aullido de dolor.
“¡Es Mitsy!” Celso salió corriendo por la puerta de la cocina y encontró a su cachorrita agachada en el piso, con su patita atrapada bajo la cerca. Cada vez que se movía, un afilado alambre de púas punzaba su carne. Celso se arrodilló junto a ella y tomó la patita atrapada.
“¡Grrr!” Mitsy gruñó, enseñando sus dientes.
Celso retrocedió, sorprendido. “¡Mitsy! ¿Por qué me gruñes? Solo quiero ayudarte”.
La cachorrita gruñó otra vez, mientras mamá se arrodillaba junto a ellos y tomaba la patita de Mitsy. “Sostén su cabeza, Celso, y háblale con cariño”.
Mientras Celso sostenía la cabeza de su cachorrita llorona, su madre liberó cuidadosamente la patita y la examinó. “Tiene un pequeño corte. Vamos a ponerle un poco de ungüento”. Mamá rio al momento que la húmeda lengua de Mitsy la acarició. “¡Supongo que me está dando las gracias!” Ella acarició la cabeza de Mitsy. “Celso, ¿qué tal si nos alejábamos cuando Mitsy nos gruñó?”
“¡Nunca lo hubiéramos hecho!”, exclamó Celso. “Ella solo gruñó porque estaba herida y asustada. ¡Necesitaba ayuda!”
“Correcto. Mitsy necesitaba que alguien la liberara de la cerca en la que estaba atrapada. Y, en cierto modo, Benicio necesita lo mismo. Creo que él actúa así porque está herido y asustado. Necesita alguien que lo libere del pecado en su vida y lo sane”.
“Y ese alguien es Jesús, ¿verdad?”
La madre asintió. “No te des por vencido solamente porque te gruñó. Cuando lo trates con amabilidad y respeto, aun cuando se porta mal contigo, le estás demostrando el amor de Jesús”.
“Au, au”, aulló Mitsy mientras corría rodeando los pies de sus dueños.
Celso sonrió al ver a su cachorrita. “Está bien, mamá. No me daré por vencido con Benicio”. – BARBARA J. WESTBERG
SIGUE AMANDO A LOS DEMÁS
VERSÍCULO CLAVE: GÁLATAS 6:9 (NTV)
ASÍ QUE NO NOS CANSEMOS DE HACER EL BIEN. A SU DEBIDO TIEMPO, COSECHAREMOS NUMEROSAS BENDICIONES SI NO NOS DAMOS POR VENCIDOS.
¿Alguna vez te han gruñido cuando tratabas de ayudar a alguien? ¿Eso te dio ganas de rendirte y dejar de ser amable con los demás? ¡No caigas en esa tentación! Jesús nunca se dará por vencido contigo, y cuando haces lo mismo por otros, les diriges hacia la esperanza y la sanidad que solo Él puede dar. Sigue mostrando a los demás el amor y la bondad de Jesús.
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