Valioso como un perrito
Miguel caminaba a su casa, al salir de la escuela, con la cabeza baja. Otra vez fue el último en ser elegido para el juego de pelota. En México, Miguel había jugado en el equipo de fútbol. Era fuerte y rápido, pero nadie lo sabía en este nuevo país. Ahora era el niño del que se burlaban porque no podía leer ni hablar bien. Había llegado a Estados Unidos con su madre y su hermanito, dejando atrás al resto de su familia. Echaba de menos a sus amigos, a su familia y su perrito, Paco.
De regreso a su hogar, Miguel se detuvo en la casa de su vecino, Natán. Este iba a otra escuela, pero era el único amigo que Miguel había logrado hacer. Cuando golpeó a la puerta, abrió la abuela de Natán. Le dijo que su amigo no llegaba todavía a la casa, pero le invitó a entrar. La anciana era una mujer polaca un poco regordeta y con arrugas; le encantaba hornear y siempre tenía mucha comida. Miguel estaba feliz de ser el único que estaba sentado con ella a la mesa, especialmente cuando sacó los paczki (rosquillas) y krówki (turrón).
Después de servirse una rosquilla, un vaso de leche y dos pedazos de turrón, Miguel soltó sus palabras: “Otra vez no me eligieron. Odio vivir aquí. ¡Nadie me quiere en este país!”
Su anciana amiga le ofreció una sonrisa compasiva. “Recuerdo que me contaste de tu perrito, Paco. Cuéntame otra vez cómo lo encontraste”.
“Estaba perdido y enfermo”, contestó Miguel. “Lo recogí y lo llevé a mi casa para darle de comer y mantenerlo abrigado”.
“Lo recogiste porque estaba perdido y hambriento, ¿verdad?” Miguel asintió y la anciana sonrió. “Mi pequeño wnuk, tienes un Padre que te ama del mismo todo. Él elige y mantiene cerca de su corazón a los pequeñitos que otros han dejado atrás”.
“¿Tengo otro padre? ¿Dónde está?”
“Está en el cielo, pero Él envió a Su Hijo para buscarte y hacerte parte de Su familia”, respondió la anciana. “Ve a traerme ese libro grande y te contaré más sobre Él”. — ELSIE BOWMAN
DIOS SE PREOCUPA POR TI
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 27:10
AUNQUE MI PADRE Y MI MADRE ME HAYAN ABANDONADO, EL SEÑOR ME RECOGERÁ.
¿Alguna vez te has sentido excluido o solo? Quizá echas de menos a alguien que falleció o que vive lejos, o parecería que no les importas a las personas que te rodean. Independientemente de lo que suceda en tu vida, Dios se preocupa por ti. Antes que nacieras, incluso, Él envió a Su Hijo, Jesús, a morir por ti porque quería que fueras Su hijo o Su hija. Dios te ama y nunca te dejará atrás.
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