Una pequeña luz
—Mil, mil dos, mil tres, mil cuatro… —Jaime contaba mientras los relámpagos iluminaban el cielo. Se asustó un poquito cuando un fuerte trueno hizo retumbar todo a su alrededor—. Estoy contando para ver cuántos segundos hay entre el relámpago y el trueno —le contó a su hermana—. Mi maestro de ciencias naturales dice que el relámpago y el trueno ocurren al mismo tiempo, pero el sonido viaja más lento que la luz. Se puede saber qué tan lejos cayó el relámpago porque cada segundo que uno cuenta entre ellos representa aproximadamente 400 metros.
En ese momento, un relámpago extra brillante pareció partir el cielo en dos. ¡PUM! ¡PUM! Un trueno ensordecedor inmediatamente sacudió las ventanas. De repente, la casa quedó a oscuras.
—Ese relámpago nos dejó sin electricidad —anunció Jaime.
Alicia suspiró.
—Ahora no puedo ver para leer mi libro.
Su madre entró con una vela encendida.
—Vamos a tener que ver a la luz de las velas por un rato —indicó, mientras dejaba la candela sobre la mesa.
La tormenta terminó pronto, pero la electricidad no regresaba.
—Todavía está demasiado oscuro para leer —opinó Alicia mientras observaba la luz titilante de la vela—. Pero me sorprende la cantidad de luz que puede dar esa llamita tan pequeña.
—Ustedes son la luz del mundo —exclamó Jaime con una sonrisa—. ¡Acaba de venir a mi mente el versículo que aprendimos en la escuela dominical el domingo pasado, al mirar esa vela!
—Yo también sé ese versículo —expresó Alicia—. Pero el que aprendí la semana pasada dice que debemos dejar que nuestra luz brille. Mi maestra dice que nuestra luz brilla cuando hacemos cosas que apuntan a otros a Jesús y les demostramos Su amor, incluso si son cosas pequeñas.
—Qué bien —afirmó Jaime—. Porque lo único que puedo hacer son cosas pequeñas.
—A lo mejor a ti te parecen pequeñas, pero mira la gran diferencia que hace una velita chiquita —comentó mamá—. No importa cuán pequeño parezca un acto de bondad, este puede ayudar a que brille en la vida de otras personas el amor que Jesús nos ha mostrado.
En ese momento volvió la luz.
—Me alegra que tengamos electricidad nuevamente, pero estoy feliz porque la luz se fue por un rato —agregó su madre—. ¡El apagón nos hizo acuerdo de algo importante!
—¿Nos recordó que tenemos la luz de Jesús en nuestras vidas? —preguntó Jaime.
Mamá asintió.
—Y que cada acción amorosa que hagamos ayuda a que Su luz brille con fuerza.
CAROLYN E. YOST
DEJA QUE TU LUZ BRILLE
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 5:16
ASÍ BRILLE LA LUZ DE USTEDES DELANTE DE LOS HOMBRES, PARA QUE VEAN SUS BUENAS ACCIONES Y GLORIFIQUEN A SU PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS.
¿Estás dejando que la luz de Jesús brille por medio de ti? ¿Sientes que no hay mucho que puedas hacer para hacerla brillar? ¡Eso no es verdad! Recuerda que solo se necesita una llamita pequeña para acabar con la oscuridad. Obedecer a tus padres y maestros, ayudar, ser amable, perdonar a otros, ser paciente… esas son unas pocas maneras en las que puedes dejar que tu luz brille. Confía en Jesús para que Su amor brille a través de ti.
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