Una clase de lectura
Nova se quedó mirando la lluvia por la ventana mientras su hermano, Silas, hojeaba una revista.
—¡No hay nada que hacer! —se quejó la niña.
—¿Qué les parece si me ayudan con este álbum de fotos? —sugirió su madre—. Ya que conocen a la mayoría de las personas de las fotografías, puede que lo disfruten —así que Nova y Silas se unieron a su mamá en la mesa—. Por cierto, ¿ya aprendieron los versículos que tienen que memorizar para la iglesia? —preguntó su madre al sacar más fotos.
—Yo sí. ¿Quieres oírlo? —preguntó Nova, y la niña lo recitó—. «Ustedes son nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres».
—Pero somos personas, no cartas —indicó Silas—. ¿Cómo puede alguien leernos?
—No lo sé, pero… ¡oh, mira! —exclamó Nova—. Aquí hay una fotografía de Silas cuando era muy chiquito. Está usando esos lentes oscuros enormes. ¡Se ve tan gracioso!
Silas sonrió.
—¿Eso te parece gracioso? Pues mírate en esta foto —el niño sostuvo en alto otra fotografía—. ¡Tienes un lazo gigante en tu cabeza!
Ambos niños rieron.
—Aquí está la tía de papá —comentó Nova después de tomar una fotografía tomada en una reunión familiar—. Se ve enojada. ¿La recuerdas?
—Claro que sí —afirmó Silas—. ¡Estaba malhumorada todo el tiempo y se quejaba por todo! —el niño apuntó una fotografía de un hombre alto—. También recuerdo a este hombre. Él trajo un juego de cróquet a la reunión y nos enseñó a todos a los niños a jugar. ¡Era muy divertido!
—La que está de pie junto a él es la bisabuela Rita —aseguró Nova—. Solo con verla uno puede darse cuenta de que es muy amable. Siempre está sonriendo.
—Me fijé en que los dos están leyendo a las personas —observó su madre—. Leyeron que una de ellas era malhumorada, otra divertida y la última, amable.
—¡Oh, ya lo entiendo! —expresó Nova—. Leer a las personas significa tener una impresión de ellas por la forma en que actúan. Aprendemos cosas de ellas al verlas y observarlas.
—Y la gente obtiene impresiones de nosotros por la forma en que actuamos —agregó Silas.
Mamá asintió.
—Y por eso necesitamos depender del Espíritu Santo, que nos está moldeando para que seamos más como Jesús. Confiemos en que Él nos ayudará a demostrar el fruto del Espíritu, cosas como bondad, paciencia y amor, para que otros puedan leer que pertenecemos a Jesús.
GERI WALCOTT
PERMITE QUE OTROS VEAN A JESÚS EN TI
VERSÍCULO CLAVE: 2 CORINTIOS 3:2 (NVI)
USTEDES SON NUESTRA CARTA, ESCRITA EN NUESTROS CORAZONES, CONOCIDA Y LEÍDA POR TODOS LOS HOMBRES.
¿Cuántas personas te están leyendo? ¿Ven las características escritas por el Espíritu Santo que trabaja en tu vida y te hace más como Jesús? ¿Ven que eres paciente con los miembros de tu familia? ¿Escuchan que de tu boca salen palabras amables? Confía en que Dios te ayudará a vivir de tal manera que los demás puedan leer que perteneces a Jesús.
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