Una acusación falsa
Jacinto y Reinaldo estaban sentados en el sillón, viendo un video sobre cómo salir de un laberinto en su aplicación favorita. Su madre entró en la sala, a espaldas de los niños, justo a tiempo para oír a Reinaldo decir:
—Gracias por no contarle a mi mamá que yo rompí la lámpara de mi habitación, hermano. Echarle la culpa a Juanita fue una buena idea.
—Claro, no hay problema —contestó Jacinto antes de hacerle callar para seguir escuchando el video.
Su mamá caminó alrededor del sillón y lentamente les quitó la tableta a los gemelos.
—¡Mamá! —exclamaron al mismo tiempo—. ¡Vamos a perder el nivel del laberinto!
—Creo que ustedes dos han perdido algo mucho más importante que eso —aseguró la madre. Los ojos de ambos niños se agrandaron como platos cuando se dieron cuenta de que ella había oído lo que dijeron sobre la lámpara rota.
—Te lo iba a contar…
—¡Él me hizo prometer que no diría a nadie! —dijeron los niños al mismo tiempo.
—Los dos me mintieron —dijo mamá—. Cuando están a punto de meterse en problemas, mentir y echar la culpa a otros a veces parece la solución mejor y más fácil. Por eso Dios dedicó un mandamiento entero para esto: Él lo llamó «falso testimonio» —su madre sostuvo en alto la tableta—. ¿Ustedes le creen al joven del video que estaban mirando? —les preguntó.
—Sí —respondieron los niños al unísono.
—¿Qué pasaría si trataran de hacer su truco en el juego y eso no les ayudara a pasar el nivel? —preguntó mamá.
—Dejaría de ver ese canal —contestó Jacinto—. Y buscaría consejos de otra persona.
—Lo mismo nos pasa cuando hacemos acusaciones falsas —explicó su madre—. Cuando mentimos y decimos que otros hicieron cosas que no han hecho, hacemos daño a las personas y estas dejan de confiar en nosotros. Esas no son las relaciones que Jesús quiere que formemos. El Señor está trabajando en nuestros corazones para que podamos demostrar a los demás cómo es Él, y siempre es verdadero y digno de confianza. Incluso estuvo dispuesto a sacrificarse para que nosotros podamos ser salvos. Pero cuando ustedes mintieron, pensaron solo en sí mismos, no en su hermana.
Reinaldo miró a su hermano.
—Jacinto, creo que debemos ir a buscar a Juanita para pedirle perdón.
MANDA VAN KALSBEEK
NO HAGAS ACUSACIONES FALSAS
VERSÍCULO CLAVE: COLOSENSES 3:9-10
DEJEN DE MENTIRSE LOS UNOS A LOS OTROS, PUESTO QUE HAN DESECHADO AL VIEJO HOMBRE CON SUS MALOS HÁBITOS, Y SE HAN VESTIDO DEL NUEVO HOMBRE, EL CUAL SE VA RENOVANDO HACIA UN VERDADERO CONOCIMIENTO, CONFORME A LA IMAGEN DE AQUEL QUE LO CREÓ.
¿Alguna vez has mentido para no meterte en problemas? ¿Le has echado la culpa a otra persona por algo que tú hiciste? Mentir y culpar a otros puede parecer la solución más fácil, pero solo empeora las cosas. Puede destruir relaciones y la confianza que otros tienen en ti. No hagas acusaciones falsas para no meterte en problemas. Más bien, recuerda que Jesús te ayudará a ser amoroso y digno de confianza, como Él es, y a decir la verdad.
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