Un refugio

Evelyn estaba esperando que comenzara el desfile y observaba cómo su hermana enterraba la cara en el hombro de su mamá. Evelyn también hacía lo mismo cuando era pequeña. Una mujer estaba hablando con mamá y Elisa estaba asustada de la extraña. Mamá le hizo señas a Evelyn para que se acercara. La niña se enderezó. Estaba bien que una bebé enterrara su cara, pero Evelyn ya tenía diez años y no podía esconderse. Ella fue donde estaba su madre y sonrió cuando esta la presentó a su amiga.

El desfile comenzó con el fuerte ruido de una sirena. Evelyn se cubrió los oídos con sus manos y vio cómo Elisa enterraba otra vez su cara en el hombro de su mamá. Algo en ella quería poder acompañar a su hermanita menor.

Evelyn miró a una banda que marchaba por la calle. Los címbalos eran sus favoritos. Esperaba algún día poder estar en una banda como esa. Después pasaron caballos y luego un camión decorado.

La niña estaba disfrutando el desfile y casi no se dio cuenta de que la lluvia había comenzado a caer. Después empezaron los relámpagos. Todos se dispersaron. Evelyn miró donde había estado su madre, pero no estaba allí. Empezó a buscar a su familia por todos lados frenéticamente.

—¡Mamá! ¿Dónde estás?

Un millón de pensamientos se cruzaron por la mente de Evelyn. Ella pensó en todas las cosas malas que podían pasar. Entonces escuchó en su cabeza la voz de su maestra de escuela dominical, diciéndole que Dios era su lugar seguro, que Jesús murió por sus pecados, para que pudiera estar a salvo con Él para siempre. Pensó en su hermanita en los brazos de su madre. Ella quería que Dios la abrazara de ese modo.

Evelyn comenzó a caminar por la calle, llamando a su mamá. Oró y le pidió a Dios que la mantuviera a salvo y la ayudara a encontrar a su familia.

Finalmente, la niña oyó la voz de su mamá. Evelyn se dio la vuelta y corrió hacía ella. Esta vez no le importó enterrar su cara en el hombro de su madre.

—Lo siento —expresó mamá—. Pensé que me oíste cuando dije que íbamos al refugio.

Mamá la abrazaba con fuerza y Evelyn no quería moverse. Nunca más. Se dio cuenta que así se sentía el tener a Dios como refugio. La niña sonrió, feliz porque el lugar seguro que tenía en Jesús se sentía tan seguro como el abrazo de su madre.

EMILY ACKER

DIOS NOS OFRECE UN REFUGIO

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 32:7 (NVI)

TÚ ERES MI REFUGIO; TÚ ME PROTEGERÁS DEL PELIGRO Y ME RODEARÁS CON CÁNTICOS DE LIBERACIÓN.

¿Cuándo te sentiste más seguro? Dios puede darte refugio para que te sientas a salvo de esa manera. A pesar de que suceden cosas malas en el mundo, podemos sentirnos a salvo porque Jesús promete vida eterna para quienes confían en Él. Nada puede separarnos del Señor, ni siquiera la muerte. Si todavía no lo conoces como tu Salvador, confía en Él hoy mismo, para que puedas sentir la paz de estar a salvo en Sus brazos. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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