Un nuevo amigo

Juan notó a un niño que estaba sentado solo en la cafetería de la escuela. «Es nuevo aquí y debe sentirse solo», pensó Juan, recordando cómo se había sentido cuando era el niño nuevo de la escuela el año anterior.

Cuando Juan terminó de comer su almuerzo y estaba listo para salir al recreo con sus amigos, se detuvo en la puerta. «Voy a regresarme para hablar con ese niño», decidió. Entonces se sentó en la mesa frente a él.

—Hola —saludó—. Soy Juan. ¿Cómo te llamas?

—Mi nombre es Haneul —respondió el niño.

—¿De dónde eres? —preguntó Juan.

—De Corea del Sur —contestó Haneul.

—¿Quieres jugar a la pelota con nosotros? —preguntó Juan. Haneul asintió con entusiasmo.

Juan no estaba seguro de qué lo movió a hacerlo, pero cuando salieron de la escuela, invitó a Haeul para que fuera a su casa. El niño se veía muy alegre y ambos pidieron permiso a sus padres.

Pasar tiempo con Haneul resultó ser más divertido de lo que Juan esperaba. Los niños jugaban baloncesto y ping-pong, y construyeron un fuerte en el sótano. En poco tiempo, Juan y Haneul se hicieron buenos amigos. Sus familias también se conocieron y los niños se visitaban en sus casas con frecuencia. En la casa de Haneul, le sirvieron a Juan comida coreana y él aprendió a comer con palillos. También aprendió cosas fascinantes sobre la cultura de Corea.

—Estoy feliz de haber decidido hablar con Haneul cuando llegó a nuestra iglesia —le comentó Juan a su padre un día—. Cada vez que voy a su casa, siento que me voy de viaje a Corea del sur.

—El que riega será también regado —dijo papá con una sonrisa.

—¿Qué significa eso? —preguntó Juan.

—Es de la Biblia y significa que la generosidad funciona como un bumerán: cuando damos a otros de lo que Dios nos ha dado, el Señor nos bendice por eso —explicó su padre—. Estuviste dispuesto a dar de tu tiempo y atención a Haneul cuando era nuevo y no conocía a nadie, y estás recibiendo una bendición especial a cambio: conocer de otra cultura y un amigo verdadero —papá sonrió a Juan—. A través de Jesús, tenemos el amor de Dios en nuestros corazones y, cuando compartimos ese amor con otros al mostrarles bondad, Dios con frecuencia bendice esas relaciones y nos ayuda a hacerlas más fuertes.

MATILDA H. NORDTVEDT

COMPARTE EL AMOR DE DIOS CON LOS DEMÁS

VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 11:25

EL ALMA GENEROSA SERÁ PROSPERADA, Y EL QUE RIEGA SERÁ TAMBIÉN REGADO.

¿Has descubierto que tratar bien a otros te ayuda a hacer amigos y a desarrollar buenas relaciones? Quizá no siempre parezca que es así, pero cuando tratas a los demás con el amor y la bondad que Dios te ha mostrado, la mayoría de las personas probablemente responderá de una buena manera. Sigue compartiendo el amor de Dios con los demás y confía en que Él bendecirá esas interacciones y las hará crecer hasta convertirse en una bella amistad.

Clave de Hoy
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