Un huevo podrido

—¡Qué delicia! ¿Estás haciendo pastel de chocolate? —preguntó Elías cuando llegó a casa, después de la escuela.

Su madre asintió mientras batía la mezcla en un gran tazón amarillo.

—Sí. ¿Cómo te fue en la escuela?

—Bien —contestó Elías—. Excepto por Jordán. Él fue ayer a la iglesia y el señor Alan compartió algunos versículos de la Biblia con nosotros que dicen que todos han pecado y nadie merece ir al cielo. Jordán me dijo hoy que él no cree eso. Él dice que casi nunca hace cosas malas.

—Tu maestro tiene razón —afirmó mamá mientras tomaba otro huevo y lo rompía con el borde del tazón—. Eso es lo que dice la Biblia.

—¡Uf! —gritó Elías, tapándose la nariz y tosiendo—. ¿Qué es ese olor?

—¡Oh, no! —exclamó la madre—. ¡Ese último huevo está podrido! Voy a tener que botar todo y empezar de nuevo —ella hizo una pausa—. O tal vez podrías ofrecérselo a tu amigo Jordán —dijo con una sonrisa traviesa.

—¡Guácala! ¿Por qué crees que Jordán querría ese pastel podrido?

—Bueno, podrías decirle que la harina, el azúcar y la mantequilla estaban en perfecto estado, y lo mismo los huevos… excepto ese.

Elías frunció el ceño.

—¡Pero ahora todo huele horrible!

—Ese huevo podrido arruinó todo mi pastel —aseguró mamá—. Es lo mismo que pasa cuando la gente trata de llegar al cielo porque son buenos. Pero ya que Jordán te dijo que él casi nunca hace cosas malas, debe hacerlas de vez en cuando, ¿verdad? —Elías asintió—. Bueno, la Biblia dice que si obedecemos todas las reglas de Dios, excepto una, todavía somos culpables —ella levantó el tazón con la mezcla del pastel—. Un huevo dañado arruinó esta masa y un pecado arruina nuestra oportunidad de entrar al cielo.

—Sí —declaró Elías—. Y aun Jordán sabe que no es perfecto.

—Sin importar cuán buenos creamos que somos, todos hemos hecho al menos una cosa podrida —comentó su madre—. Somos culpables delante de Dios y no podemos ganarnos el cielo por ninguna cosa que hagamos por nosotros mismos.

—Por eso Jesús tuvo que morir por nosotros, ¿verdad? —preguntó Elías.

Mamá asintió.

—Jesús tomó el castigo por nuestro pecado. Cuando confiamos en Él para salvarnos, nos da Su bondad para que podamos compartir la vida eterna con Él —ella arrugó la nariz—. ¡Ahora tengo que deshacerme de este desastre!

TANYA FERDINANDUSZ

TODOS HEMOS PECADO

VERSÍCULO CLAVE: SANTIAGO 2:10 (NBV)

EL QUE OBEDECE TODA LA LEY, PERO FALLA EN UN SOLO PUNTO, ES CULPABLE DE HABERLA DESOBEDECIDO TODA.

¿Crees que eres una buena persona y mereces ir al cielo? La Biblia dice que aun la mejor persona no alcanza el estándar de Dios, que es la santidad perfecta. Nadie puede guardar toda la ley de Dios; todos hacemos cosas malas y egoístas. Por tanto, todos somos culpables de pecado. Por esa razón la gente necesita a Jesús. Él es perfecto y santo porque es Dios, y se hizo humano para morir por nuestros pecados. Admite que eres un pecador y recibe Su regalo de la vida eterna hoy mismo. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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