Un amor protector
“¡Hola, mamá! Quiero ver a Bola de Nieve y a sus gatitos”, exclamó Diana cuando entró a la casa. Corrió por las gradas de la entrada tan rápido que casi se cae al pasar por la puerta.
“¡Hija! ¡Ten cuidado!” Su madre rio al atrapar a la niña para que esta no cayera.
Bola de Nieve, la gatita de Diana, apareció durante una tormenta de nieve y en seguida se convirtió en parte de la familia. Cuando llegó la primavera, la niña había notado que Bola de Nieve se ponía cada vez más gorda. “Va a tener gatitos”, predijo mamá… y tenía razón. Cuatro adorables bolitas de pelo descansaban en una caja junto a la cocina.
Cuando Diana quiso tocar la caja, un agudo dolor le atravesó el brazo y luego otro. ¡Bola de Nieve la estaba atacando con siseos, gruñidos y rasguños! La niña dio un brinco, alarmada. “Oye, Bola de Nieve”, exclamó, “¿Qué estás haciendo?”
“La gatita tiene miedo de que puedas hacerles daño a los gatitos”, explicó su madre. Diana tocó suavemente las gotitas de sangre en su brazo. “Debes ponerte una curita en esa herida”, indicó mamá antes de llevar a su hija a la casa para cubrir la herida.
Con una profunda tristeza, Diana se sentó en el sillón. “¡No puedo creer que mi propia gata se haya vuelto contra mí! Solo quería acariciar a los gatitos”.
“Bola de Nieve se calmará pronto”, le aseguró su madre. “Las mamás primerizas son protectoras con sus bebés. Si ella cree que algo o alguien podría hacerles daño, está lista para pelear y protegerlos”.
Diana miró a su madre. “Mamá, ¿qué harías tú si alguien tratara de hacerme daño?”
La madre mostró los dientes. “¡Gruñiría, lucharía y rasguñaría a quien lo intente!”, respondió con fiereza. Mamá e hija se echaron a reír. “Le pido a Dios que eso nunca suceda”, señaló su madre, “pero te garantizo que pelearía con todas mis fuerzas para mantenerte a salvo”.
“Sé que papá también lo haría”, comentó Diana.
“Sin duda”, acordó mamá. “Los padres también son protectores. Pero ¿sabías quién es el más protector de todos? Es Dios, tu Padre celestial. Él envió a Su propio Hijo para morir en la cruz por tus pecados, para que puedas estar a salvo con Él para siempre. Además, Dios siempre está cuidándote”.
Diana sonrió. “Tengo muchos protectores, ¿verdad? Supongo que tengo que perdonar a Bola de Nieve. Ella solo hace lo que debe hacer”. — AMY J. STONER
DIOS CUIDA Y PROTEGE
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 121:5
EL SEÑOR ES TU GUARDADOR.
¿Te preocupa que puedan sucederte cosas malas? Da gracias por los adultos que Dios ha provisto para protegerte. Pero, sobre todo, dale gracias a Dios porque Él mismo te cuida y te salva del pecado. Él te ama más que cualquier otra persona y está cuidando de ti ahora mismo. Conversa con Dios sobre cualquier miedo que tengas. Pídele que te ayude a compartir tus temores con adultos de confianza.
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