Un amor más profundo
Las lágrimas bajaban por las mejillas de Débora mientras veía cómo su padre se alejaba en su automóvil. Hoy era el peor día de su vida. Esa mañana, sus padres se habían sentado en los extremos opuestos del sillón y con calma le dijeron las palabras que derrumbaron su mundo.
—Los dos te amamos, Débora, pero ya no podemos seguir viviendo juntos.
—Pasarás los fines de semana con papá y de lunes a viernes estarás conmigo —le informó su madre.
El padre asintió. —Visitaremos diferentes lugares de la ciudad cada fin de semana. Nos vamos a divertir, ya lo verás.
Después de ver a su padre irse lejos, Débora fue a su habitación y colapsó en su cama. Ya no podía llorar; se sentía vacía.
Con el pasar de las semanas, la vida de Débora entró en una nueva rutina. Después de la escuela, de lunes a viernes, ella y su mamá pasaban juntas las tardes. Los viernes, su papá la recogía de la escuela y la llevaba a su apartamento para quedarse ahí el fin de semana. Hacían actividades divertidas en la ciudad, pero no era lo mismo que vivir juntos en casa.
Un viernes, el padre llamó a decir que no podría ir. Después de eso, Débora solo veía a su papá uno o dos fines de semana al mes. Unos meses más tarde, la niña se enteró de que tendría una nueva familia: su padre se iba a casar otra vez y ahora tendría dos hermanastros. Débora no estaba segura de cuál sería su lugar.
Un día, Débora aceptó la invitación de una vecina para asistir con ella a la iglesia. La niña escuchó cómo la maestra en su clase de escuela dominical hablaba sobre el amor de Dios. «El amor viene y se va», pensó Débora. «Un día somos parte de una familia y, al día siguiente, estamos perdidos en el limbo». Las lágrimas se acumularon en sus ojos y la niña se quedó en su asiento, después que los demás niños se fueron.
—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó la señora Márquez, poniéndose de rodillas junto a Débora.
—El amor no es como usted dijo —murmuró la niña—. Mi papá no me ama así.
—El amor de nuestro Padre celestial no es como el amor humano —explicó la maestra con dulzura—. La gente falla en su intento de amar bien a otros, pero el amor de Dios es perfecto. Él nos ama tanto que envió a Su Hijo, Jesús, a morir por nosotros, para que podamos ser Sus Hijos, y Él promete que siempre estará con nosotros.
«Sería genial que alguien me amara así», pensó Débora, mientras escuchaba cómo la señora Márquez le contaba más sobre Jesús. —SUZANNE ELLER
EL AMOR DE DIOS ES PERFECTO
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 8:39 (NTV)
NADA EN TODA LA CREACIÓN PODRÁ JAMÁS SEPARARNOS DEL AMOR DE DIOS, QUE ESTÁ REVELADO EN CRISTO JESÚS NUESTRO SEÑOR.
¿Alguna vez te han fallado las personas que amas? ¿Ha habido miembros de tu familia o amigos que te hirieron y te hicieron sentir solo? Tu Padre celestial nunca te fallará. Él te ama mucho más profundamente que cualquier persona, incluso más que tus padres. Él te ama tanto que envió a Su Hijo, Jesús, a morir por ti, para que pudieras ser parte de Su familia. Nada puede separarte del perfecto amor que Dios tiene para ti. ¡Confía en Jesús hoy mismo! (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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