Trato cerrado
“Trescientos… cuatrocientos… quinientos”, contó el hombre mientras ponía los billetes encima de la mesa. Recogeré el automóvil el jueves”.
“Papá”, dijo Amir después que el hombre se fue, “¿le vendiste a ese señor nuestro viejo carro por solo quinientos dólares? ¿Eso es lo que vale?”
Su padre negó con la cabeza. “El dinero que me entregó no es el precio completo del automóvil”, explicó. “Es un anticipo. Él traerá el resto cuando reciba el carro”.
“Pero ¿qué pasa si cambia de opinión y decide no comprarlo?”, preguntó Amir.
“Entonces perdería los $500”, contestó papá, “y estoy seguro de que eso no es lo que desea. Un anticipo es la prueba de que una persona realmente tiene la intención de comprar alguna cosa. Es una garantía de que lo comprará”. El padre sonrió a Amir. “¿Sabías que Dios también entregó un anticipo a los cristianos? La Biblia dice que el Espíritu Santo es una garantía de la herencia que tenemos en Jesús”.
“Entonces, ¿el Espíritu Santo es como un anticipo de Dios?”, preguntó el niño.
“Correcto”, respondió papá. “Es un anticipo que promete que disfrutaremos de vida eterna con Jesús para siempre. Él prometió que algún día, cuando Jesús regrese y anule todo el pecado, nos dará cuerpos que no se enfermarán ni morirán, y viviremos con Él en un mundo nuevo y perfecto. Y una vez que Dios da una garantía, jamás cambiará de opinión. La Biblia nos dice que, puesto que su anticipo, es decir, el Espíritu Santo, es Dios mismo, jamás quedaremos fuera del trato. Una vez que Él nos salva, ¡somos suyos para siempre!”
“¡Guau!”, exclamó Amir. “Pero ¿y nosotros? ¿De qué forma cumplimos con nuestra parte del trato?”
“Bueno, cuando acepté el anticipo de ese hombre, entregué mi derecho a ser el dueño del automóvil”, comentó papá. “Y cuando confiamos en Jesús, le entregamos nuestras vidas a Él. Pero no siempre viviremos de acuerdo con nuestra parte del trato… a veces tratamos de volver a tener el control de nuestras vidas y de hacer todo a nuestra manera. Pero Dios es fiel aun cuando nosotros no lo somos. A pesar de que pecamos, Él nos perdona y el Espíritu Santo sigue obrando en nuestras vidas para alistarnos para el día en que recibiremos nuestra herencia”. — SHERRY L. KUYT
EL ESPÍRITU SANTO SELLA NUESTRA HERENCIA
VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 1:13-14
USTEDES… FUERON SELLADOS EN ÉL CON EL ESPÍRITU SANTO DE LA PROMESA, QUE NOS ES DADO COMO GARANTÍA DE NUESTRA HERENCIA.
¿Has entregado tu vida a Jesucristo? Si tu respuesta es sí, Dios te ha dado vida eterna y te promete un hogar con Él para siempre. Dios te ha dado Su Espíritu Santo como garantía de esa herencia maravillosa y no se echará para atrás de la promesa que te hizo. Cuando peques, Él te perdonará y seguirá obrando en tu vida. ¡Vive cada día con la certeza de que le perteneces a Él!
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