Todavía está amarga

—¡Guácala! —Lorena hizo una mueca, salió corriendo al lavaplatos y escupió su leche.

—¡Hija!  ¿Qué estás haciendo?

—¡Mamá, esta leche sabe terrible! —exclamó Lorena—.  ¡Tiene algo malo!

—¿Sí? —la madre revisó la leche—.  Está comenzando a volverse amarga.  Cuando vaya al supermercado, traeré más.

—Pero quiero leche ahora —se quejó Lorena.  La niña tuvo una idea—.  Bueno, la leche no está tan amarga.  Si hago leche con chocolate, la dulzura del chocolate cubrirá el sabor amargo.

—No creo que eso funcione —opinó mamá, pero cuando Lorena insistió, ella le dio el permiso de intentarlo. 

La niña agregó chocolate en polvo a la leche y después bebió un sorbo de la mezcla.

—¡Todavía sabe horrible! —refunfuñó.

Ese mismo día, en la escuela dominical, Lorena escuchó con mucha atención a la señora Velásquez, que compartió una historia que Jesús les contó a sus discípulos:

—Dos hombres entraron al templo a orar —empezó la maestra—.  El uno era un Fariseo, un hombre que se enfocaba en todas las cosas buenas que hacía, pero no creía que necesitara la gracia de Dios para ser perdonado.  El otro hombre era un deshonesto recaudador de impuestos que había engañado a las personas para quitarles más dinero.  El Fariseo oró primero, y le decía a Dios que estaba tan feliz porque era una buena persona y no era malo, como el otro hombre.

La señora Velásquez hizo una pausa y después continuó:

—El recaudador de impuestos ni siquiera levantó su cabeza.  Solo lloraba ante Dios, pidiéndole que perdonara sus pecados.  ¿Y saben qué les dijo Jesús a Sus discípulos?  Les dijo que era el recaudador de impuestos, no el Fariseo, el que se fue a su casa justificado o perdonado.  ¿Saben por qué?

Lorena recordó la leche amarga y entendió que las cosas buenas no cubren a las malas.

—¿El Fariseo estaba tratando de cubrir sus pecados con buenas obras? —preguntó—.  ¿Y el recaudador de impuestos sabía que solo Dios podía borrar sus pecados?

—Correcto —afirmó la señora Velásquez—.  El Fariseo no era bueno para nada.  Era un pecador, al igual que el recaudador de impuestos… ¡y al igual que todos nosotros!  Las buenas obras no cambiaron su corazón pecador, y tampoco pueden cambiar el nuestro.  Todos necesitamos que Jesús nos salve del pecado y nos perdone.  Esa es la única manera en que podemos ser buenos ante los ojos de Dios.

RUTH HRYSHKANYCH

LAS BUENAS OBRAS NO PUEDEN CUBRIR EL PECADO

VERSÍCULO CLAVE: LUCAS 18:13

EL RECAUDADOR DE IMPUESTOS… NO QUERÍA NI SIQUIERA ALZAR LOS OJOS AL CIELO, SINO QUE SE GOLPEABA EL PECHO, DICIENDO: “DIOS, TEN PIEDAD DE MÍ, PECADOR”.

¿Vas a la iglesia?  ¿Obedeces a tus padres?  ¿Tratas a los demás con respeto?  ¿Sientes que eres una buena persona?  A lo mejor eso te parece a ti, pero Dios dice que eres un pecador.  Ninguna de las cosas buenas que hagas pueden cubrir el sabor amargo de tu pecado.  Solo Jesús puede quitarlo.  Confía en Él para que perdone tus pecados y te dé la salvación hoy mismo.  (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

 HOY ES MIÉRCOLES DE CENIZA, EL PRIMER DÍA DE CUARESMA  
ES UN TIEMPO DE REFLEXIÓN QUE ANTES DEL VIERNES SANTO, QUE ES EL DÍA EN QUE JESÚS MURIÓ EN LA CRUZ POR NOSOTROS.
Clave de Hoy
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