Suelta los remos

—Cristóbal no puede venir en la tarde —dijo Tristán—. Tiene que ir con su mamá a entregar hojas volantes de la iglesia de puerta en puerta y cosas así.

—¿En serio? —su padre se veía interesado—. ¿Cristóbal y su familia son cristianos?

—No creo. Ellos hablan sobre la fe en Jesús, pero no creen que es Dios. Eso no tiene sentido para mí. Parece que piensan que tienen que hacer muchas coas buenas para ser salvos… como entregar hojas volantes de la iglesia. No lo entiendo. Creo que Cristóbal tampoco lo entiende, pero hace todo lo que le dicen. Según él, no pasa nada.

—Me parece que necesita soltar los remos y agarrar la cuerda —aseguró papá.

—¿A qué te refieres? —preguntó Tristán.

—Cerca del pueblo donde crecí hay un río con una gran cascada —explicó su padre—. Justo arriba de la cascada, el río es muy bravo y peligroso. No es seguro viajar en bote, y recuerdo que una vez un adolescente fue arrastrado por los rápidos —papá hizo una pausa para recordar.

—¿Y qué pasó? —Tristán tenía curiosidad.

—La fuerza de la corriente lo arrastró cada vez más cerca de la cascada. Una multitud se reunió en la orilla y la gente le gritaba, diciéndole que remara más fuerte. Él hizo su mejor esfuerzo, pero era obvio que no lo iba a lograr. Entonces alguien le lanzó una cuerda. ¿Qué crees que empezó a gritarle la gente en ese momento?

—Eh… probablemente le dijeron que agarrara la cuerda —supuso Tristán.

Su padre asintió.

—Le empezaron a gritar: «¡Suelta los remos! ¡Agarra la cuerda!». El chico lo hizo y lo halaron hacia la orilla —papá se quedó en silencio por un momento; todavía podía ver la escena en su mente.

—¿Por qué Cristóbal te recuerda a eso?

—Bueno, porque también me recuerda a mí mismo —respondió su padre—. Yo era el adolescente que estaba en ese bote.

—Espera… ¡¿qué?! —Tristán miró boquiabierto a su papá—. ¿Estuviste a punto de caer por la cascada? ¿De verdad?

Su padre rio.

—Sí, de verdad. Y cuando esas personas me halaron a la orilla, Dios usó esa experiencia para que yo me diera cuenta de que había estado tratando de salvarme a mí mismo también en lo espiritual. Pero tratar de salvarnos a nosotros mismos del pecado es inútil. La única manera en la que podemos ser salvos es al confiar en Jesús para que Él nos salve. Oremos para que Dios haga lo que hizo por mí y les ayude a Cristóbal y a su familia a entenderlo.

HAZEL W. MARETT

CONFÍA EN JESÚS PARA QUE ÉL TE SALVE

VERSÍCULO CLAVE: LUCAS 18:13 (PDT)

¡DIOS, TEN COMPASIÓN DE MÍ PORQUE SOY UN PECADOR!

¿Estás esforzándote por salvarte a ti mismo? ¿Crees que tener una buena vida te salvará de tus pecados y te ayudará a ganar un lugar en el cielo? Eso no pasará. No seas como el fariseo de la lectura bíblica de hoy. Solo puedes ser salvo cuando tratas de salvarte a ti mismo y simplemente confías en Jesús, tal como lo hizo el recaudador de impuestos. Ora hoy como él oró, poniendo tu confianza en Jesús para que Él sea tu Salvador. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
0 replies

Leave a Reply

Want to join the discussion?
Feel free to contribute!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *