Señales de advertencia

“¿Ya vamos a llegar?”, preguntó Elisa mientras la familia viajaba en el automóvil para ir a visitar a los padres de su mamá.

“¡No!”, contestó su hermano, David.  “Como siempre dice el abuelo, ellos viven en el monte.  El camino es muy largo”.

Mientras avanzaban, apareció una luz roja en el panel del automóvil.  “¡Oh, no!”, exclamó papá.  “¡La luz de la temperatura se encendió y estamos a muchos kilómetros de la civilización!”

“¿La luz de la temperatura?”, preguntó David.  “¿No la puedes apagar?  El automóvil está funcionando bien”.

“Esta luz no funciona con un interruptor”, explicó su padre.  “Es una señal de que el automóvil necesita algo, probablemente agua”.  Papá se estacionó a un lado de la carretera.

“Oh, papá, ya quiero llegar a la casa de los abuelos”, lloriqueó Elisa.  “¿No crees que el automóvil aguante?”

“No sé”, respondió el padre, “pero no me voy a arriesgar.  Tengo que encontrar el problema y arreglarlo”.  Él salió y abrió el capó.  “Definitivamente, lo que necesita es agua”, informó papá un minuto después.  “Hay un contenedor de agua en la cajuela y eso nos ayudará a llegar a la ciudad, pero temo que no podremos llegar hoy a la casa de los abuelos”.

Al día siguiente, en la iglesia, David escuchó atentamente cuando el pastor contó una historia graciosa sobre algo que le había sucedido, pero mamá notó que se movía incómodo en su silla cuando el predicador habló de cómo todos necesitamos de Jesús al final de la historia.  Cuando se lo preguntó esa tarde, se encogió de hombros, tomó su guante de béisbol y se dirigió a la puerta.

“No ignores tus señales de advertencia, David”, señaló su madre.

David frunció el ceño.  “No tengo una luz de advertencia”, afirmó.  “No soy un automóvil”.

“No”, indicó mamá, “pero cuando te molesta oír que eres un pecador que necesita de Jesús, esa es una señal de advertencia que se enciende en tu mente.  Tu papá no sabía cuánto tiempo más funcionaría el automóvil si ignoraba el aviso, pero no se arriesgó a dañar el motor.  Tampoco sabes cuánto tiempo te queda.  No ignores la advertencia.  Confía en que Jesús te salvará del pecado ahora mismo”.

Lentamente, David asintió, puso a un lado su guante, se sentó en la mesa y tanto él como su madre inclinaron sus cabezas para orar.  —  PHYLLIS M. ROBINSON

CONFÍA EN JESÚS AHORA MISMO

VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS 2:3

¿CÓMO ESCAPAREMOS NOSOTROS SI DESCUIDAMOS UNA SALVACIÓN TAN GRANDE?

¿Cómo te sientes cuando oyes que necesitas que Jesús te salve de tu pecado?  ¿Sientes incomodidad?  ¿Es como si se encendiera una luz roja en tu mente, que te dice que esto es algo que en realidad necesitas?  No ignores esa advertencia.  En verdad necesitas a Jesús.  Confía en Él como tu Salvador hoy mismo, para que puedas recibir el perdón.  (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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