Semillas de rumor
—Ahí va Jade, la niña nueva —le contó Helena a sus amigas durante el recreo—. Vi que su padre la recogió ayer en la escuela. Él tiene una enorme cicatriz en su cara y se ve como un criminal.
—¿Qué creen que hizo? —preguntó Graciela.
Helena se encogió de hombros.
—¿Quién sabe? Tal vez haya robado un banco.
Cuando Helena se deslizó en su asiento, después del recreo, oyó cómo Graciela le susurraba a Pamela:
—No juegues con Jade… su papá es un ladrón de bancos.
El rumor voló y creció hasta que casi todos en la clase susurraban sobre Jade y la evitaban. Una pequeña voz en el corazón de Helena susurró: «Helena, ¿qué hiciste?». Pero la niña trató de no escuchar.
Cuando Helena llegó a casa, se echó sobre el pasto para disfrutar de los rayos del sol. Ella vio un diente de león que se había convertido en semillas, así que lo tomó y lo sopló. Las semillas flotaron en el aire como docenas de pequeños paracaídas.
—¡Oh, rayos! —exclamó su madre, que había salido con un vaso de limonada—. ¡Esas semillitas van a echar raíces y a crear más de esos molestos dientes de león!
—¡Ups! —expresó Helena—. Lo siento, pero es imposible recogerlos otra vez. ¡Las semillas se fueron para siempre!
Mamá se sentó en una de las sillas del patio.
—Bueno, si no las hubieras soplado, eso no habría pasado —ella bebió un sorbo de limonada—. Esas semillitas siempre me hacen acuerdo de las palabras. Una vez que las palabras salen de nuestras bocas, también se fueron para siempre. Las buenas edifican a las personas, pero las malas las derriban —. Helena se avergonzó al recordar lo que había dicho sobre el padre de Jade—. Antes de decir cualquier cosa —continuó mamá—, deberíamos preguntarnos: «¿Lo que estoy a punto de decir es verdadero? ¿Es útil para alguien? ¿Suena como algo que diría Jesús?». Él siempre nos habla la verdad en amor y nos ayudará a hacer lo mismo.
La pequeña vocecita fastidiosa de la conciencia de Helena parecía estarle gritando ahora. Sus palabras sobre el padre de Jade definitivamente no eran bondadosas ni amorosas. ¡Ni siquiera eran verdaderas! Y aunque no podía borrar sus palabras, sabía que tenía que hacer su mejor esfuerzo para arreglarlo.
Helena suspiró al levantarse y se dirigió a la casa.
—Me voy adentro —le dijo a su madre—. Tengo algo que hacer.
MATILDA H. NORDTVEDT
HABLA PALABRAS BONDADOSAS
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 141:3
SEÑOR, PON GUARDA A MI BOCA; VIGILA LA PUERTA DE MIS LABIOS.
¿Qué tipo de palabras dices? ¿Son bondadosas? ¿Edifican a las personas o las derriban? ¿Comunican el amor de Jesús? Antes de decir alguna cosa, piensa en si tus palabras serán útiles para otros o son hirientes. No sueltes sin pensar cualquier cosa que se te ocurra en la mente. Más bien, confía en que Dios te ayudará a hablar el tipo de palabras que Él dice: palabras que son verdaderas y amorosas.
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