Se necesita una remendada
“¡Pero, mamá! Todos mis amigos van al campamento. ¡No es justo!”
“No podemos pagarlo, Adelaida. Lo siento”. La madre vació una canasta de calcetines disparejos en la mesa. “Te dejaría ir si pudiera, pero simplemente no tenemos el dinero en este momento”.
Los ojos de Adelaida se llenaron de lágrimas mientras comenzaba a emparejar los calcetines. “Todo es culpa de mi papá, ¿verdad? ¿Por qué tuvo que dejarnos?” Su labio tembló. “Creí que me amaba”.
“Oh, Adelaida, ¡él sí te ama!” Parecía que la madre estaba a punto de llorar. “Él… simplemente está pasando por un momento difícil. Siente que ha cometido muchos errores y no ha sido un buen esposo ni un buen padre”.
“¿Y eso le da el derecho de irse?” Adelaida se secó una lágrima con uno de los calcetines. “Este calcetín tiene un agujero”, señaló. “Lo voy a tirar en la basura”.
“No, espera”. Mamá tomó el calcetín y lo miró. “Puedo remendarlo”. Puso el calcetín a un lado y luego miró a su hija. “Tu papá también necesita una remendada. Él tiene un agujero en su corazón que necesita arreglo”.
El timbre sonó y Adelaida suspiró. “Probablemente sea Juliana para hablar sobre el campamento”.
Cuando la niña abrió la puerta, se sorprendió al ver a su padre sosteniendo un ramo de flores. “¡Papi!”, exclamó, abrazándolo con desesperación.
Él la abrazó y le susurró al oído. “Ya estoy de regreso, hijita, si tu mamá dice que está bien”.
En ese momento, la madre entró en la habitación. El padre le entregó las flores y también la abrazó. “¿Estás bien?”, preguntó mamá con una voz temblorosa.
“Ahora sí estoy bien”. El papá sacó una Biblia pequeña de su bolsillo. “He estado leyendo este librito y me he dado cuenta de que, en lugar de huir de mis errores, necesito que Jesús se encargue de ellos. Él me ha hecho un hombre nuevo”.
Adelaida pensó en el calcetín. “Entonces, ¿estás diciendo que Jesús remendó tu corazón?”
Su padre asintió. “Él puede remendar cualquier corazón. Cuando confiamos en Él, nos hace completos”.
La niña meditó en eso mientras rodeaba con sus brazos la cintura de su papá. “Estoy tan feliz de que hayas vuelto a casa”.
El padre sonrió. “Yo también”. – VICKI L. REINHARDT
JESÚS REMIENDA CORAZONES
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 147:3
SANA A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZÓN Y VENDA SUS HERIDAS.
¿Tienes un agujero en tu corazón que necesita ser remendado? ¿Te sientes abrumado por las cosas que has hecho y que han dañado a otros? Vuélvete a Jesús. Él murió para pagar el costo de nuestras malas decisiones y acciones hirientes, y puede remendar cualquier cosa que esté rota. Confía en que Él sanará el agujero que hay en tu vida y te hará una nueva persona. (Haz clic aquí para que conozcas acerca de las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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