Se necesita aceite
—Papá, ¿puedo usar tu aceite para que las puertas de la alacena dejen de hacer ese chirrido? —preguntó Javier—. Mamá dijo que podía poner aceite en las bisagras. Si no las lubricamos rápido, el ruido la volverá loca.
Su padre rio mientras sacaba la lata de aceite de su taller y se la entregaba a su hijo.
—¡Por favor, llévatela! —bromeó.
Cuando Javier regresó con la lata de aceite unos minutos después, papá seguía en su mesa de trabajo en el taller.
—Puse aceite en todas las bisagras de la casa —le contó el niño—. Le dije a mamá que, si oye algún chirrido, sabrá que tenemos ratones. Dice que eso realmente la volvería loca.
Ambos rieron y después Javier salió a jugar baloncesto con sus amigos. Esa noche, durante la cena, el niño compartió las noticias del vecindario.
—Tiago y Kai están peleados otra vez —comentó—. ¿Y sabían que la señora Galeano se rompió el brazo? Se cayó de las gradas de la puerta de su casa —Javier se sirvió un pedazo de jamón—. Y el señor Gómez se quedó parado en su ventana por media hora, viendo cómo jugábamos baloncesto. Supongo que no tiene nada mejor que hacer —el niño comió un poco de su ensalada.
—Parece que la gente de nuestro vecindario necesita un poco de aceite —observó su padre.
—¿Aceite? —preguntó Javier—. ¿A qué te refieres?
—La Biblia dice que Jesús da el «aceite de alegría» a quienes confían en Él, y parece que a algunos de nuestros vecinos les falta un poquito de alegría en sus vidas —contestó papá—. Creo que sería lindo si pudieras compartir un poco del aceite de alegría entre nuestros vecinos.
—¿Sí? —Javier se rascó la cabeza—. Hay algo que sí puedo hacer. Puedo ofrecerme a recoger la basura de la señora Galeano. Pero no sé qué puedo hacer con Tiago y Kai, ¡pero ya pensaré en algo! —el niño miró el postre que estaba en el mesón de la cocina—. ¿Puedo llevarle una rebanada de tarta al señor Gómez? —pregunto y después sonrió—. ¡Y será mejor que lleve una rebanada extra para sentarme a comer con él!
Su padre asintió.
—Me parece que esas son buenas maneras para compartir el gozo de Jesús y recordarles a los demás cuánto Él los ama.
HAZEL W. MARETT
COMPARTE ALEGRÍA
VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 61:3 (NVI)
ME HA ENVIADO A DARLES… ACEITE DE ALEGRÍA EN VEZ DE LUTO, TRAJE DE FIESTA EN VEZ DE ESPÍRITU DE DESALIENTO.
¿Estás compartiendo la alegría? La Biblia dice que Jesús fue ungido con el «aceite de alegría». Si le perteneces a Él, puedes tener también el mismo gozo en tu corazón. ¿Quieres compartir ese aceite de alegría con los demás? Ofrece una palabra amable para ayudar a que alguien se sienta mejor. Toma unos minutos para conversar con un vecino que viva solo. Brinda una mano de ayuda para que el día de una persona sea menos difícil. Permite que la alegría que tienes en Jesús lleve a otros hacia Él.
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