Saca la basura
El papá cerró la cajuela del automóvil. “Muy bien, ya está todo empacado. ¡Vamos!”
“¡Espera!”, gritó la madre. “Laura y Roberto, por favor, saquen la basura de sus habitaciones y de la cocina antes de irnos”.
“Yo voy a las habitaciones”, indicó Laura.
Roberto fue a la cocina y miró la bolsa de basura. No estaba llena ni la mitad. “La sacaré cuando volvamos”, pensó, y corrió para no perder su puesto en el auto.
Unas horas más tarde, entraron en el estacionamiento del hotel. “Parecería que por aquí pasó un tornado”, comentó mamá. “Los tachos están en el piso y la basura está regada por todos lados”.
El padre hizo un gesto afirmativo. “A lo mejor unos gatos estuvieron de fiesta”.
“Hablando de basura, ¿sí vaciaron todos los basureros en casa?”, preguntó mamá.
“Sí”, anunció Laura con orgullo.
Hubo un largo silencio y papá observó a Roberto en el espejo retrovisor. “¿Y tú?”
“Solo estaba lleno hasta la mitad”, explicó Roberto. “Creí que podría hacerlo después”.
“¡Oh, no!”, exclamó su madre. “Ahí boté carne y huevos de la refrigeradora porque se iban a dañar antes de que volvamos a la casa”. Ella suspiró. “Me gustaría que hubieras hecho lo que te pedí, Roberto. En un par de días, ¡la cocina comenzará a apestar como un botadero de basura!”
“Esto me hace acuerdo de una historia de la vida real”, expresó el padre. “En 1986, una ciudad tenía un tremendo problema de basura. Los recolectores de basura se declararon en huelga y la basura se amontonó en toda la ciudad, ¡y hubo un hedor tremendo por veinte días!”
“¡Qué asco!” Laura arrugó su nariz.
“La gente decidió quemar la basura y poner las cenizas en un barco llamado Khian Sea, para que se las llevara lejos. El barco trató de dejar la carga en diecinueve países diferentes, pero nadie quería recibir las cenizas”.
“Bueno, al menos no tenemos tanta basura en nuestra cocina”, balbuceó Roberto.
“No, pero el pecado es como la basura de la que no podemos deshacernos”, replicó su papá. “Pero, a diferencia del barco, conocemos a alguien que siempre está dispuesto a llevarse nuestro pecado, si le pedimos”.
La respuesta era fácil. “Jesús”, afirmó Roberto. “Podemos confesarle nuestros pecados y Él sacará la basura”. El niño suspiró. “Lo siento mucho, me equivoqué y no obedecí. Yo sacaré la basura cuando lleguemos a la casa”.
Su padre sonrió. “Para ese entonces, ¡vas a necesitar armarte con un matamoscas, máscara y guantes!”–
MATT SHOEMAKER
JESÚS SACA NUESTRA BASURA
VERSÍCULO CLAVE: 1 JUAN 1:9
SI CONFESAMOS NUESTROS PECADOS, ÉL ES FIEL Y JUSTO PARA PERDONARNOS LOS PECADOS Y PARA LIMPIARNOS DE TODA MALDAD.
¿Hay algún pecado apestoso haciendo peso en tu corazón? ¿Tienes basura en tu vida que debes sacar? Pídele a Jesús que se la lleve. Él murió para salvarte del pecado y siempre está dispuesto a sacar tu basura. ¡Cuando le confiesas tus pecados, Él te perdonará gustoso y se los llevará lejos!
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