Repugnante por dentro y por fuera

Liliana saltó en un charco y arrugó su nariz.  La niña se movió a un lado para esquivar la envoltura empampada de una pajilla que alguien había tirado al piso.  “Todo parece tan repugnante hoy”.

Su madre le sonrió.  “A veces, cuando la lluvia cae sobre las cosas, se ponen un poquito más sucias de lo normal”.

“Solo quiero ir por un helado y regresar a nuestra casa limpia y fresca”, comentó Liliana.

Mamá rio.  “Yo también, hija”.  Ella abrió la puerta del restaurante y le hizo señas a Liliana para que entrara.  “¿Sabes?’, dijo con una cara seria, “a veces me siento repugnante en mi interior”.

La niña se paró al final de la larga fila para hacer el pedido.  “¿A qué te refieres?”

“Cuando hago algo que sé que Dios no quería que hiciera, eso me hace sentir sucia”, respondió mamá.  “No sabes cuánto me alegra que Jesús no me deje quedarme así.  Él me limpia rápidamente cuando se lo pido, así como limpiamos hoy la casa”.

Liliana frunció el ceño.  No estaba totalmente segura de lo que su madre quiso decir.

Más tarde, después que regresaron a la casa al terminarse su helado, Liliana fue a su habitación.  Cuando se sentó en el piso, vio el papel que había escondido en su armario, que sobresalía en una torre de libros… era su examen de historia.

De repente, Liliana estaba totalmente segura de lo que su madre había querido decir unas horas antes.  Se había sacado una mala calificación en su examen, pero cuando su mamá le preguntó, la niña contestó que le había ido bien y después escondió el examen para que su madre no se enterara de la verdad.  Se sentía repugnante por dentro cada vez que lo veía, porque sabía que había mentido acerca de su calificación. 

Liliana pensó en los charcos sucios, en la envoltura empapada de la pajilla, y en cómo se había sentido al caminar por el estacionamiento.  “Jesús, ¿podrías limpiarme en el interior?”, preguntó.

La niña fue a su armario y sacó el examen.  “Perdóname, Jesús”, susurró antes de salir de su habitación para ir a hacer lo correcto.  “Por favor, perdóname y límpiame.  Ya no quiero sentirme repugnante”.  —  EMILY ACKER

JESÚS LIMPIA EL PECADO

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 51:2

LÁVAME POR COMPLETO DE MI MALDAD, Y LÍMPIAME DE MI PECADO.

¿Alguna vez te has sentido repugnante por dentro por algo que hayas hecho?  Quizás les mentiste a tus padres o te portaste mal con uno de tus hermanos.  El pecado puede hacer que nos sintamos sucios por dentro, pero si conoces a Jesús, no tienes que sentirte así, porque Él te salvó del pecado.  Cuando le confiesas tus pecados, Jesús promete que te perdonará y te limpiará por completo.

Clave de Hoy
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