¿Quieres ser mi prójimo?
La puerta mosquitera se cerró con fuerza detrás de Caleb al momento que el niño se dirigía hacia las gradas de la casa. Tarareando, se dirigió al granero para alimentar a las gallinas. “¡Cocorocó!”, cacarearon Tortilla, Tibia, Revuelta y Frita, mientras corrían por la esquina del granero. Tortilla mordisqueó los dedos de Caleb. “Yo no soy tu cena, ¡gallina loca!”, exclamó con una carcajada.
Su madre estaba subiendo el volumen de la televisión cuando Caleb regresó a la casa. Un corresponsal de noticias estaba reportando sobre un huracán en otro lugar del país, mientras el viento y la lluvia azotaban a su alrededor.
“Estoy parado sobre la que solía ser una de las principales carreteras aquí”, gritó por encima del tempestuoso clima. “Ahora el camino se ha convertido en un río. Detrás de mí pueden ver a familias que dejan atrás todo lo que poseen para poder buscar un lugar seguro. Se espera que las inundaciones empeoren antes de que llegue la calma”.
Esa noche, Caleb no podía dormir. No dejaba de pensar en todos los niños que vio en la televisión que tenían que dejar sus hogares y todo lo que tenían.
Durante el devocional familiar, al día siguiente, su pare leyó un pasaje del libro de Marcos.
“¿Qué significa ‘amar al prójimo como a uno mismo’?”, preguntó Caleb a sus padres. Mamá se quedó pensando un minuto. “Significa que debemos amar a los necesitados, aun si no viven cerca”, explicó. “Al hacerlo, damos a conocer lo que hay en nuestro corazón y demostramos a otros el amor que Jesús nos ha mostrado. También nos recuerda que Dios es dueño de todo y quiere que usemos lo que Él nos ha dado para ayudar a otros”.
“¿Cómo puedo hacerlo?”, preguntó Caleb.
“Lo mejor que puedes hacer es orar”, aseguró papá. “También puedes compartir cosas como tu mesada o tu tiempo”.
Caleb meditó en esas palabras. Luego pensó en sus gallinas.
“¿Puedo usar el dinero que estoy ganando con la venta de los huevos para ayudar a los niños que viven en el área del huracán?”
Su madre sonrió. “Me parece una excelente idea”.
El sol de la tarde cubrió a Caleb mientras recogía los huevos, unas horas después. El niño levantó su cabeza hacia el cielo y cerró sus ojos, disfrutando la tibieza del clima. “Por favor, Señor”, oró, “ayuda a los niños que han perdido todo en el huracán. Y ayúdame a mí a usar el dinero de estos huevos para mostrarles Tu amor”. – KELLY HOPE
AMA A TU PRÓJIMO
VERSÍCULO CLAVE: MARCOS 12:31 (NVI)
AMA A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO.
¿Conoces a alguien que necesite la ayuda de su prójimo? En la Biblia, el prójimo no es necesariamente alguien que vive cerca de ti, o incluso en el mismo país. Es una persona a la que Jesús ama, ¡o sea, todos! Puedes ayudar al prójimo que tienen necesidades al donar dinero, al ofrecerte como voluntario o al invitar a alguien para que juegue contigo. ¿De qué otras maneras puedes mostrar el amor de Dios a tu prójimo?
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