Quédate conmigo (Parte 1)
Meli espió fuera de su cuarto para ver si la puerta de Orlando seguía cerrada. Y sí. Lo único que podía ver era la variedad de adhesivos pecados en ella. Últimamente esa puerta pasaba mucho tiempo cerrada. Meli suspiró. Ella deseaba que Orlando jugara con ella y le hiciera bromas por sus dibujos graciosos.
—¡La cena está lista! —la voz de su madre asustó a la niña, pero ella sonrió cuando olió su comida favorita: pollo con pasta.
Durante la cena, Meli miró la silla vacía de Orlando.
—Mamá, Orlando se está portando raro. Casi no come con nosotros y no ha querido jugar conmigo —las palabras salieron temblorosas de su boca.
—Tienes razón —admitió mamá después de suspirar—. Orlando no se ha sentido bien últimamente.
—¿Está enfermo? ¿Necesita un médico?
—Bueno, es su mente, no su cuerpo —explicó la madre—. Su médico lo llama «depresión». Este tipo de enfermedad hace que sea realmente difícil hacer las cosas que te encantan, o incluso estar con las personas a las que amas.
Meli se quedó callada por un momento y pasó su tenedor por la salsa de la pasta.
—¿Hay algo que podamos hacer? Me siento impotente.
Mamá tomó las manos de su hija.
—A pesar de que Orlando está sufriendo, Jesús está con Él y quiere consolarlo. El Señor murió por Orlado y entiende lo que está pasando. Jesús promete que estará con él en medio de su sufrimiento. Podemos recordarle a Orlando que no está solo y que Jesús lo ama. Me he sentado con él en su habitación mientras come la cena. ¿Quieres llevarle su plato hoy?
Mientras Meli servía la comida en un plato para su hermano, tuvo una idea. Se puso a trabajar antes de golpear la puerta de Orlando. Él la abrió y estaba puesto su sudadera de baloncesto.
—Te traje la cena y esto —Meli sacó el adhesivo que había hecho. Era un dibujo de ella, mamá y Jesús que le daban a Orlando un abrazo, con las palabras: «¡Te amamos!».
Orlando rio y Meli sonrió.
—¿Se supone que ese soy yo? —preguntó, señalando al muñequito del medio. Meli no tuvo la oportunidad de responder porque Orlando la abrazó con fuerza. Después pegó su dibujo dentro de su puerta y dijo—: Así puedo verlo y recordar que no estoy solo.
ZOE BRICKNER
JESÚS SE QUEDA CON NOSOTROS
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 23:4 (NVI)
AUN SI VOY POR VALLES TENEBROSOS, NO TEMERÉ NINGÚN MAL PORQUE TÚ ESTÁS A MI LADO; TU VARA Y TU BASTÓN ME RECONFORTAN.
¿Conoces a alguien que quizá esté luchando de una forma parecida a lo que vive Orlando? Quizá ha estado distante y desvinculado de cómo usualmente es. O tal vez tú mismo te has sentido así. Si crees que tú o alguien más podría estar luchando con la depresión, habla con un miembro de tu familia, un maestro o algún adulto de confianza. Luego confía en que Jesús estará contigo en tus luchas y te ayudará a amar y consolar a otros.
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