Propiedad
—¡Al fin llegó! —exclamó Jacob mientras abría ansioso el paquete que acababa de llegar—. Es el juego de marcadores especiales que compré. Los marcadores vienen en diferentes colores, ¡y miren! Incluso tienen un estuche con un asa para poder llevarlo a todos lados —el niño sostuvo en alto el estuche de los marcadores para que su madre lo pudiera ver. Su hermanita menor, Teresa, quiso tomarlo, pero Jacob no se lo permitió—. Estos marcadores me costaron dinero —indicó—. Nadie puede usarlos, solo yo.
—¡También puedo usarlos! —insistió Teresa.
—No, no puedes —aseguró Jacob—. Estos marcadores son míos y son especiales. Tú tienes muchos marcadores con los que puedes hacer tus dibujos. No puedes usar los míos.
Teresa hizo un puchero.
—Claro que sí —afirmó—. ¿Verdad, mami?
Su madre negó con la cabeza.
—Solo si Jacob te los presta —señaló—. Tu hermano pagó por los marcadores, así que tiene el derecho de decidir si puedes usarlos y cuándo.
—Oye, eso me recuerda lo que hablamos en mi clase de la iglesia la semana pasada —comentó Jacob—. El señor Granja dijo que Dios nos compró y le pertenecemos a Él.
—¿Cómo nos compró Dios? —preguntó Teresa—. ¿Costamos mucho/
—Sí, costamos mucho —respondió mamá—. A tu hermano le costó un poco de dinero comprar ese juego de marcadores, pero a Jesús le costó Su sangre para comprar nuestra salvación —la madre sonrió a su hija—. Dios te creó y te ama, pero haces cosas malas. Has pecado… todos hemos pecado, y el pecado nos separa de Dios, porque Él es bueno y las cosas malas van en contra de quién es. Pero Dios sigue amándote y pagó un gran precio para comprarte. El sacrificio que Jesús hizo cuando derramó Su sangre al morir en la cruz pagó el precio de tu pecado, para que pudieras ser perdonada y ser propiedad de Dios.
—Yo pagué mi propio dinero para comprar esto —declaró Jacob, mirando el estuche de marcadores que tenía en la mano—. ¡Pero Dios entregó a Su propio Hijo para comprarnos! —el niño abrió la caja y la puso sobre la mesa—. A ver, Teresa —le dijo—. Como le pertenezco a Dios, quiero obedecerlo y creo que Él querría que comparta mis marcadores contigo.
HAZEL W. MARETT
LE PERTENECES A DIOS
VERSÍCULO CLAVE: 1 PEDRO 1:18-19 (PDT)
PERO USTEDES SABEN MUY BIEN QUE EL PRECIO DE SU LIBERTAD NO FUE PAGADO CON ALGO PASAJERO COMO EL ORO O LA PLATA, 19 SINO CON LA SANGRE PRECIOSA DE CRISTO.
¿Tienes alguna cosa que hayas comprado con tu propio dinero? Si lo pagaste, es tuyo, ¿verdad? Bueno, ¿sabías que Jesús pagó el precio para hacerte libre del pecado? Él te ama tanto que derramó voluntariamente Su sangre, para que tus ofensas puedan ser perdonadas. ¿Has confiado en Él como tu Salvador? Pon tu confianza en Él hoy mismo y serás propiedad de Él. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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