Pequeños tesoros
“Aquí tengo un poco de jugo para ti, Lila”, dijo Dante, sosteniendo un vaso para bebés. La pequeña de dos años caminó lentamente hacia donde estaba su hermano y estiró una mano. Su puño chiquito estaba aferrado con fuerza al brazo de una muñeca que Dante le había dado un poco antes. “Suelta la muñeca para que puedas sostener el vaso con ambas manos”, indicó Dante. Pero Lila no quería soltar la muñeca.
“¡Dame! ¡Quiero jugo!”, lloró Lila con impaciencia, mientras trataba de alcanzar el vaso.
“Espera, Lila. Dame tu muñeca”. Lila solo agarró con más fuerza su juguete y Dante frunció el ceño. “Mamá, ¿por qué no suelta su muñeca?”
“Esa muñeca es un tesoro para ella y tiene miedo de confiar totalmente en ti”. La madre habló con dulzura con la pequeña y, un minuto después, Lila le entregó la muñeca a su mamá. “Todos somos así a veces”, le explicó la madre a Dante mientras este le entregaba el vaso de jugo a Lila.
Dante negó con la cabeza. “Yo no hago cosas ridículas como esa, y tú tampoco, mamá”.
“¿Qué me dices de las veces en que nos rehusamos a confiar en Dios?”, preguntó mamá. “A veces nos olvidamos de que todo lo que tenemos es porque Dios nos lo dio en primer lugar, e insistimos en aferrarnos a nuestros pequeños tesoros”.
“¿Como qué?”, preguntó Dante.
“Bueno, a veces tenemos miedo de hacer cosas que Dios nos ha pedido que hagamos, como ir a un lugar desconocido para hablar a otros sobre Jesús, por ejemplo. Creemos que seremos más felices si nos quedamos donde estamos, y no nos damos cuenta de que el lugar donde Dios quiere que estemos es donde seremos más felices”.
“Sí, pero Dios no me ha llamado a ser un misionero en tierras lejanas”, aseguró Dante.
“Bueno, hay otros tesoros a los que nos aferramos”. Mamá miró a un costado, donde estaba Dante. “¿Las bicicletas, tal vez?”
“Oh”, exclamó Dante, recordando cómo se había negado a permitir que su hermano pidiera prestada su bicicleta el día anterior. “Supongo que Dios quiere que yo comparta las cosas, ¿verdad?”
“Sí, es verdad”, indicó su madre. “Recuerda que Jesús es el único que nos provee todo lo que tenemos. Él desea que disfrutemos lo que nos da, pero también que estemos dispuestos a soltar las cosas para hacer Su voluntad y demostrar a otros Su amor. Conocer a Jesús es el mayor tesoro de todos, y podemos confiar en que Él nos guiará para que hagamos lo que es mejor”. — TANYA FERDINANDUSZ
ENTRÉGALE TODO A DIOS
VERSÍCULO CLAVE: LUCAS 12:34
DONDE ESTÉ EL TESORO DE USTEDES, ALLÍ TAMBIÉN ESTARÁ SU CORAZÓN.
¿A qué te estás aferrando con todas tus fuerzas, porque no quieres dejarlo ir? ¿Posesiones? ¿Logros? ¿Amigos? Recuerda que todas las cosas que tienes son regalos de Dios y el mayor regalo que Él te ha dado es la salvación a través de Su Hijo, Jesús. Prepara tu corazón para que esté dispuesto a entregar cualquier cosa que Él te pida, para que puedas hacer la voluntad de Dios y demostrar a otros Su amor, para disfrutar cada vez más las bendiciones que hay en el camino.
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