Pavo frío
—¡María! —le llamó su padre—. Tus tíos llegarán pronto. ¿Puedes bajar para ayudar con la cena?
La niña suspiró y tiró al suelo el libro que estaba leyendo. Lo último que quería era ayudar con la cena del Día de Acción de Gracias. Era su primer Día de Acción de Gracias sin su madre, y no sería lo mismo, sin importar cuánta comida hubieran cocinado. Cuando María entró en la cocina arrastrando los pies, papá le sonrió.
—¿Quieres aprender cómo cortar un pavo? —le preguntó a su hija. María se encogió de hombros, lo cual su padre interpretó como un sí.
Después que papá le explicara lo que tenía que hacer, María comenzó a cortar la carne del pavo en rebanadas, pero el cuchillo no cortaba hasta el fondo.
—Papá, esto no se está cortando bien, está… ¡está congelado!
El padre tomó el cuchillo y trató de hacer un corte, pero el cuchillo no pasaba más que unos cuántos centímetros. La mitad seguía congelada, dura como una piedra. Papá se quejó:
—Debe ser que no lo dejé descongelar el tiempo suficiente.
—Yo ni siquiera entiendo para qué estamos tratando de cocinar un pavo, para empezar —vociferó María—. Mamá se fue y no será lo mismo. No me importa si vienen invitados. ¡No quiero tener el Día de Acción de Gracias!
La niña corrió a su habitación y colapsó en la cama, llorando. Unos minutos más tarde, su padre entró y se sentó.
—Hija, sé que todo ha sido difícil para ti desde que tu madre murió. Cuando algo terrible como esto sucede, puede tomar un largo tiempo para superar el enojo y la tristeza. Está bien que sientas esas cosas, y es importante que reconozcamos nuestros sentimientos para resolverlos, porque no queremos que nuestros corazones se vuelvan fríos y duros como ese pavo —papá secó con delicadeza una lágrima de la mejilla de María—. El pavo necesitaba más tiempo para descongelarse de lo que creí, pero si lo hubiera dejado en congelador, nunca se hubiera descongelado en absoluto. En este momento, tu corazón debe descongelarse y una manera de ayudar es que pases tiempo con tu familia en este día. Te amamos y Jesús te ama; Él quiere ayudarte a sanar. Una forma en que Él trae esa sanidad a tu vida es a través de personas que pueden estar aquí para ti y compartir Su amor contigo cuando sientas dolor.
María levantó la cabeza de la almohada y se limpió los ojos.
—Está bien, papá, bajaré para el Día de Acción de Gracias —ella sonrió—. Pero será mejor que nos apuremos y pidamos comida para llevar.
COURTNEY LASATER
JESÚS QUIERE AYUDARTE A SANAR
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 34:18
CERCANO ESTÁ EL SEÑOR A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZÓN, Y SALVA A LOS ABATIDOS DE ESPÍRITU.
¿Has experimentado algo que te haya causado mucho enojo y tristeza? Quizá tus padres se divorciaron o un amigo te hizo daño. Es normal que sientas enojo y tristeza, y deberías contarle a un adulto cómo te sientes, para que te pueda ayudar. Es importante que resuelvas esos sentimientos para que puedas sanar. Jesús sabe cómo te sientes y quiere ayudarte. Normalmente Él te ayuda al poner a personas en tu vida que pueden ofrecerte su amor y apoyo. Puede que tome tiempo, pero el Señor puede ayudarte a sanar.
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