Pásame la sal (Parte 1)
“¡Atrápalo!” Mamá lanzó un paquete de servilletas a Cristian, quien estaba ayudándola a empacar la canasta para el día de campo. “Muy bien, tenemos platos, cubiertos, servilletas, vasos… ¿qué más nos falta empacar?” Ella inspeccionó la cocina, pensativa. “¡Sal! La vamos a necesitar para los peces que atrapemos y también para las mazorcas de maíz”.
En ese momento entró el padre. “¿Están listos? Ya guardé todos los equipos en el automóvil. ¡Vayámonos!” Cristian levantó en sus brazos la canasta. Mamá tomó la hielera y partieron para el lago.
Para el deleite de Cristian, sí atraparon algunos peces. Su papá le mostró cómo filetearlos para que no tengan huesos, y luego los asaron a la parrilla mientras mamá podía la mesa. “¡Qué bien huele el pescado!”, expresó Cristian.
Cuando el pescado estuvo listo, el padre dio gracias a Dios por los alimentos. “Me estoy muriendo de hambre”, señaló Cristian cuando terminaron de orar, y se metió a la boca un bocado del pescado. “¡Vaya! Le falta sal”.
“¡Sal!”, exclamó la mamá. “No la vi en la canasta. ¿La pusiste ahí, Cristian?”
“¡Oh, no! ¡Lo olvidé!”, admitió el niño. “Y a este pescado realmente le hace falta”. Pero no había sal, así que tuvieron que comer sus alimentos sin ella.
“¿Sabes?”, comentó su madre cuando terminaron de comer, “nuestra comida sabe muy insípida sin sal, y eso me recuerda cómo las vidas de las personas también pueden ser insípidas. Esa es la razón por la que Dios usa a los cristianos para agregarles sal”.
“¿Cómo podemos salar la vida de otra persona?”, preguntó Cristian. “¿Echándoles sal en la cabeza?”
Papá rio. “No, pero piensa en tu amigo Vinicio. Desde que su padre murió, su mamá ha estado muy ocupada. Vinicio no tiene la oportunidad de hacer muchas cosas especiales, así que su vida probablemente está insípida, llena de aburrimiento y tristeza. Si lo hubiéramos invitado a este día de campo, eso habría agregado sabor a su vida. Podríamos haberle demostrado el amor de Dios durante este tiempo difícil”.
“Sí, y me hubiera gustado invitarlo”, afirmó mamá. “Oremos para que Jesús nos use para agregar sal a las vidas de las personas que nos rodean”.
“¿Podemos tener otro día de campo el próximo sábado?”, preguntó Cristian, emocionado. “Voy a invitar a Vinicio… ¡y esta vez no olvidaré la sal!” – A. W. SMITH
MUESTRA A OTROS EL AMOR DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 5:13
USTEDES SON LA SAL DE LA TIERRA.
¿Sabías que los cristianos son como la sal? Agregan sabor a las vidas de las personas que les rodean, mostrándoles el amor de Jesús. ¿Cuáles son algunas maneras en las que podrías agregar sal a la vida de otra persona? ¿Tal vez el niño nuevo de la escuela necesita un amigo? ¿Tal vez tu hermanito o hermanita menor necesite ayuda con su tarea? Cuando agregas sal a las vidas de otros, estos pueden tener una probadita de cómo es Jesús.
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