Palabras afiladas

Bruno estaba hablando en su celular mientras caminaba a su casa, después de la escuela.

—¡No te miento, Jacobo! Oí que la señora Solares viene a la escuela con los ojos vidriosos porque es alcohólica. Los niños dicen que a veces tartamudea en clase y, además… —Bruno hizo una pausa cuando notó que su padre le hacía señas para que cerrara el teléfono—. Tengo que irme, amigo. Mi papá me quiere para algo. Adiós —el niño terminó la llamada—. ¿Qué sucede, papá?

—Vas a tener que volver a llamar a Jacobo para disculparte por contarle el chisme que acabo de oír —indicó su padre. Cuando Bruno trató de protestar, papá levantó su mano—. ¿Tienes idea de por qué la señora Solares está pasando por un tiempo difícil?

El niño negó con la cabeza.

—No la tengo en ninguna de mis clases. Solo la veo a veces por los pasillos, y los niños dicen que ella toma mucho.

—Bueno, no tienes razón para creer que eso sea verdad. El hecho es que el esposo de la señora Solares está muy enfermo. Ella tiene que cuidarlo muchas noches. Con razón está cansada.

—Oh… No sabía —Bruno se veía realmente arrepentido.

—Ven conmigo; quiero mostrarte algo —el padre lo guio hasta el garaje. En su mesa de trabajo tomó un martillo y algunos clavos—. Golpea estos clavos y hasta la mitad en esta tabla —el niño se veía confundido, pero golpeó los clavos hasta la mitad—. Muy bien —afirmó papá—, ahora vuélvelos a sacar —Bruno lo hizo así—. Mira esta esta tabla. ¿Qué ves? —le preguntó su padre.

Bruno miró la tabla.

—Veo los agujeros de los clavos.

Papá asintió.

—Las palabras pueden ser tan afiladas como clavos, hijo. Cuando las usas de la manera incorrecta, pueden hacer daño a la gente. Cuando eso ocurre, debes pedir perdón a las personas a las que has herido. Ojalá te perdonen. Pero, aun así, nunca puedes borrar todo el daño que causaste.

Bruno bajó la cabeza.

—Te entiendo, papá. Voy a llamar a Jacobo y le confesaré que lo que le dije estuvo mal.

—Muy bien —declaró su padre—. Creo que también debes confesarle tu ofensa a Jesús. Él siempre te perdona y te ayudará a ver a los demás como Él los ve. Jesús ama tanto a estas personas que tiene agujeros de clavos en sus manos, porque murió por nuestros pecados. Ese es el tipo de amor que debemos reflejar en la forma en que hablamos con los demás y acerca de los demás.

MARY ROSE PEARSON

PIENSA ANTES DE HABLAR

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 141:3

SEÑOR, PON GUARDA A MI BOCA; VIGILA LA PUERTA DE MIS LABIOS.

¿Tienes cuidado de las palabras que dices? ¿O de forma descuidada dices cosas que hieren los sentimientos o la reputación de otras personas? Recuerda que las palabras dejan su marca aun cuando pidas perdón por lo que dijiste. La Biblia dice que nuestras palabras, como cristianos, no deberían ser afiladas e hirientes, sino edificantes y amorosas. Confía en que Jesús te ayudará a ver a los demás como Él los ve y a hablar de una manera que les demuestre Su amor.

Clave de Hoy
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