No todo está perdido
Desesperada, Erica arrojó las cosas que estaban en su armario al piso de su habitación.
—¿Qué está pasando? —preguntó su madre cuando entró en el cuarto.
—¡Tengo que encontrarlas! —gritó Erica, rebuscando intensamente entre los juguetes y la ropa del armario—. Es lo único que me queda de la abuela.
Mamá se sentó en la cama.
—¿Qué es lo único que te queda?
Erica suspiró.
—Me desperté llorando esta mañana porque extraño tanto a mi abuelita, mamá. Y entonces me di cuenta de que he perdido todos los regalos especiales que tenía de ella. ¿El reloj que me dio la última Navidad? Se rompió cuando me caí en el escenario en la obra de teatro que hicimos en el campamento de verano. La cadena de oro se quedó atorada en mi suéter y se rompió. ¿Y te acuerdas cuando fuimos al acuario y podíamos tocar a las estrellas de mar? Bueno, el brazalete con las piedras moradas que me dio la abuela se cayó ahí, pero me di cuenta cuando llegué a la casa —Erica lloriqueó—. Ahora lo único que me queda para recordar a la abuelita son las medias verdes con bolitas blancas que ella me dio el verano pasado.
Su madre vio las cosas apiladas en el piso.
—Por eso estás rebuscando tu armario.
Erica asintió y se secó sus lágrimas.
—¿Y si nunca encuentro las medias?
Mamá se sentó más cerca de su hija.
—Corazón, ¿recuerdas que, en el funeral de tu abuelita, el pastor Natán compartió sobre el amor que ella tenía por Jesús, cómo ella puso su fe en Él como su Salvador y confiaba en que el Señor había perdonado sus pecados y le dio vida eterna?
Erica asintió.
—La abuela me habló mucho de Jesús. Ella me explicó que, cuando ponemos nuestra fe en Jesús, viviremos para siempre con Él, aun cuando esta vida se acabe. ¿Eso es verdad, mamá?
Su madre sonrió.
—Eso es exactamente lo que Dios nos dice en la Biblia. Aquellos que confían en Jesús y entran en Su Reino tienen vida eterna. Entonces, a pesar de que la abuela no está aquí con nosotros ahora, sabemos que está con el Señor y que un día, cuando Él regrese, ¡la resucitará de entre los muertos!
—Y la veremos otra vez, ¿verdad? Si ponemos nuestra esperanza en Jesús, estaremos con Él para siempre. Y también con la abuela —agregó Erica—. ¿Sabes? Aunque no encuentre esas medias, creo que no volveré a sentir que la abuela está lejos.
ALLISON WILSON LEE
JESÚS DA VIDA ETERNA A SUS SEGUIDORES
VERSÍCULO CLAVE: JUAN 11:25
JESÚS LE CONTESTÓ: «YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA; EL QUE CREE EN MÍ, AUNQUE MUERA, VIVIRÁ».
¿Has perdido a alguna persona cercana a ti? Jesús sabe cuán difícil es perder a alguien que amas. Es normal y natural que extrañes a familiares o amigos que hayan muerto, pero para quienes confían en Jesús, la muerte no es el fin. En Él tenemos vida eterna y la promesa de la resurrección. Podemos vivir nuestro luto con la esperanza de que, cuando la vida en esta tierra se acabe, nos reuniremos con nuestros seres queridos que hayan confiado en Jesús.
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