No le voy a dar una tarjeta a mi madrastra (Parte 1)
“Por favor, ¿podemos faltar mañana a la iglesia?”, le preguntó Trini a su papá. “Es el día de la madre y ya no tengo mamá, solo tengo madrastra”. Trini no estaba feliz con la nueva esposa de su padre, y rara vez ocultaba sus sentimientos.
“Quisiera que trates de aceptar a tu madrastra tal como es, Trini”, le pidió su papá. “Estoy seguro de que estarás de acuerdo en que es bondadosa y amorosa”.
“Nunca dije que no fuera buena gente”, contestó Trini. “Es solo que no es mi mamá, entonces no sé por qué tengo que tratarla como si lo fuera”.
“No, no es tu madre”, admitió el padre, “y no tienes que tratarla como si lo fuera. Tu madre está ahora con Jesús. Sin duda, la extrañamos, pero tenemos que aceptar que se fue, a pesar de que nos duela. Y podemos confiar en que Jesús nos ayudará a superar ese dolor. Eunice es una persona distinta, pero le importas y merece tu respeto. Dios la trajo a nuestra familia y tenemos que confiar en que Él lo hizo por nuestro bien, porque nos ama”.
“Pero… ¡pero mañana es el Día de la Madre!”, clamó Trini, tragándose las lágrimas. “Como dije, no tengo mamá y no quiero fingir que sí”.
“Te entiendo”, aseguró papá. “Mañana será un día difícil para todos, incluyendo para Eunice”.
“¡Difícil para Eunice!”, dijo Trini, enojada. “¿Y por qué va a ser un día difícil para ella? Tú y Esdras actúan como si se hubieran olvidado de mamá. ¡Él incluso compró una tarjeta del Día de la Madre para Eunice!”
“¿No sería difícil para ti si supieras que alguien se rehúsa a aceptarte como parte de tu propia familia?”, preguntó su padre. “Quizá deberías darle también una tarjeta”.
Trini negó con la cabeza. “No creo que hagan tarjetas para madrastras”, exclamó con sarcasmo.
En ese momento apareció Eunice en la puerta. Estaba sonriendo y llevaba un pequeño ramo de flores. “Miren lo que acaban de traernos”, indicó con alegría. “Qué lindo, ¿no? Está firmado: ‘Tu nueva familia’. Muchas gracias. ¡Me encanta!”
Trini podía ver que la carta fue firmada con la letra de Esdras. La niña se mordió los labios y se escabulló por la puerta. Se llenó de enojo, pero también sabía que su padre tenía razón. “Ella no es mi verdadera madre, pero ahora es parte de nuestra familia”, admitió para sí misma. “Supongo que tengo que recordar que soy parte de la familia de Dios y pedirle que me ayude a aceptar a Eunice”. — RUTH I. JAY
ACEPTA LO QUE DIOS PERMITE
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 8:28
SABEMOS QUE PARA LOS QUE AMAN A DIOS, TODAS LAS COSAS COOPERAN PARA BIEN .
¿Hay alguien a quien no aceptes? ¿Tal vez una madrastra o un padrastro? ¿O quizá un hermanastro o hermanastra? Dios te ama y te acepta, y ha traído a esa persona a tu vida con un propósito. Pídele que te ayude a ver lo bueno de la situación. Acéptala y aprende a llevarte bien con esa persona que Dios ha puesto en tu vida.
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