No hay banditas de buenas obras

Gedeón estaba ocupado barriendo el garaje, cuando su padre llegó y abrió la puerta.

—Hola, hijo —saludó papá—. ¿Qué pasó?

—Pepe tiene varicela —anunció el niño, dejando a un lado la escoba.

—¿Y tú? —su padre levantó las cejas. Sabía que cuando Gedeón hacía tareas que nadie le asignaba, usualmente significaba que había hecho algo malo.

—¿Yo? —el niño se encogió de hombros—. Estoy bien.

Papá esperó y su hijo agregó:

—Barrí todo el garaje —el padre siguió esperando—. Oh, y… eh… Es que creo que rompí la ventana del señor Tejeda con una pelota de béisbol.

—¿Crees? —su padre frunció el ceño—. ¿Después que te dije que no jugaras con la pelota en el jardín?

—Bueno… eh… sí —Gedeón desvió la mirada cuando entraron en la casa—. El señor Tejeda está enojado. Dijo que te iba a llamar.

—Hola, papi —el pequeño Pepe, de cuatro años, se veía acongojado ahí sentado en el sillón—. Estoy enfermo. Tengo varicela, pero ya arreglé el problema. Cubrí las ronchitas con banditas, ¿lo ves?

Gedeón torció los ojos cuando vio a su hermano.

—Pepe, ¡qué ridículo eres! ¡No puedes curar la varicela cubriendo las ronchas! Eso las esconde un poquito, ¡pero estoy seguro de que no te hacen sentir mejor!

—Eso es verdad —afirmó papá—. Otra cosa que no deberías tratar de cubrir es el pecado. No puedes arreglarlo portándote bien. Así que no trates de usar buenas obras como banditas para cubrir tus ofensas.

—¿A qué te refieres? —preguntó Gedeón.

—He notado que, cada vez que haces algo malo, casi siempre tratas de cubrirlo haciendo una buena acción —explicó su padre—. Después de mentirme la semana pasada, limpiaste las hojas del patio. Cuando desobedeciste a tu madre, lavaste los platos. Hoy barriste el garaje, como si eso compensara lo que hiciste en la tarde.

Gedeón enterró el dedo de su pie bajo la alfombra.

—Es verdad, muchas veces hago cosas buenas para tratar de arreglar las malas —confesó—. Cuando hago algo malo, me siento mal y trato de solucionar las cosas.

—Lo sé —expresó papá—. Pero esa no es la manera de arreglarlo. Jesús es el único cuya bondad puede cubrir nuestras ofensas. Debemos confesar nuestros pecados y confiar en que Él nos perdonará. Después tenemos que pedirle perdón a la persona que hayamos ofendido —el padre cargó a Pepe—. Ve a tu habitación y piensa en esto, Gedeón, mientras yo cuido de este pequeñín y sus banditas.

BARBARA J. WESTBERG

TUS BUENAS OBRAS NO PUEDEN CUBRIR EL PECADO

VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 28:13

EL QUE ENCUBRE SUS PECADOS NO PROSPERARÁ, PERO EL QUE LOS CONFIESA Y LOS ABANDONA HALLARÁ MISERICORDIA.

¿Has tratado de cubrir las cosas malas que haces realizando buenas obras? Es genial que realices cosas buenas, pero nunca pienses que esas buenas obras pueden cubrir tus pecados. No funciona de ese modo. Necesitas que Jesús te perdone. La sangre que Él derramó cuando murió en la cruz es lo único que puede cubrir tus pecados. Confiésale tu pecado al Señor y Él te perdonará. Después pídele también a la persona que hayas ofendido que te perdone.

Clave de Hoy
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