No es tu culpa
Todo el cuerpo de Sofía temblaba por el llanto. “Sofía”, le dijo su tía Carmen, consolándola, “por favor, trata de dejar de llorar para que puedas contarme qué pasó”.
Con un gran esfuerzo, Sofía hizo lo más que pudo para controlar sus lágrimas. Se le hizo un nudo en la garganta mientras hablaba. “Mamá y papá acaban de contarme que se van a divorciar. Creo que es por mi culpa”. Nuevas lágrimas bajaron por sus mejillas.
La tía Carmen abrazó a su sobrina. “Entiendo que te sientes muy herida, pero no pues echarte la culpa, Sofía. No tuviste nada que ver con el divorcio de tus padres”.
“Pero si yo me hubiera portado mejor, tal vez papá y mamá se hubieran llevado mejor entre ellos también”, expresó la niña. “No siempre los he obedecido y a veces puede ser difícil. Les he dado problemas y los he preocupado”.
“Cuando una pareja se divorcia, es normal que los hijos se echen la culpa”, aseguró la tía Carmen. “Pero no deben hacerlo. Tú no eres la razón por la que tus padres se divorcian”.
“¿Estás segura?”, preguntó Sofía entre lágrimas.
“¡Completamente!”, exclamó la tía Carmen. “Sé que es una situación muy difícil, y cuando nos sentimos abrumadas por la tristeza, podemos llegar a pensar que podríamos haber evitado la situación si hubiéramos hecho las cosas distintas. Pero créeme, no es tu culpa”. La tía tomó su Biblia de la mesita de la sala y volteó sus páginas. “Dios tiene palabras de consuelo para aquellos cuyos corazones sufren en lo más profundo, así como el tuyo en este momento. El Salmo 147 dice que el Señor ‘sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas’”.
Sofía se limpió las lágrimas. “¿Cómo lo hace?”
“Algo que creo que Dios hará es poner a personas en tu vida, a mí y a otros, que te ayudarán a salir de este tiempo difícil”, indicó la tía Carmen. “Pero lo más importante es que Jesús promete que estará contigo en tu dolor. Él experimentó un gran sufrimiento para salvarte cuando murió en la cruz, y ahora ofrece consuelo y sanidad para los corazones rotos. Ora todos los días y lee tu Biblia, para que Jesús pueda ayudarte al hacerte acuerdo de Su amor. Poco a poco empezarás a sentirte mejor”. La tía Carmen le dio a Sofía un abrazo. “¿Te gustaría que oremos juntas en este momento?”
Sofía asintió. A pesar de que todavía se sentía muy triste, inclinó su cabeza cuando su tía comenzó a orar. — CAROLYN E. YOST
JESÚS SANA LOS CORAZONES QUEBRANTADOS
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 147:3
SANA A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZÓN Y VENDA SUS HERIDAS.
¿Sientes dolor porque tus padres se divorciaron? ¿Te echas la culpa? ¡No lo hagas! No es tu culpa. Es algo solo entre ellos. O quizá estés lidiando con un tipo diferente de situación dolorosa, como la muerte de un ser querido. Sea lo que sea, recuerda que Jesús está contigo. Él quiere ofrecerte Su sanidad, Su consuelo y Su paz. Confía en que Jesús sanará tu corazón quebrantado.
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