Lo viejo y lo nuevo
Cuando sonó el timbre, Martina estaba feliz porque la escuela había terminado.
—Nos vemos mañana —gritó a algunas de sus amigas mientras se montaba en su bicicleta.
Al pedalear, se puso a pensar en su día y en lo que tenía que hacer esa tarde. Antes de darse cuenta, llegó a la casa donde había pasado la mayor parte de sus once años. Cuando Martina comenzó a entrar en el garaje, levantó la mirada a la casa. «¡Ay, no! ¡Esperen un momento!», pensó. «¡Ya no vivo aquí! Sin pensarlo, solo manejé mi bicicleta hasta acá, como lo hacía antes». Martina se dio vuelta rápidamente y se fue en otra dirección. «Me pregunto si mis vecinos se dieron cuenta», pensó, riendo fuertemente. Pronto llegó a su nuevo hogar.
—¡Adivina qué acabo de hacer! —exclamó Martina cuando entró.
La niña le contó a su mamá cómo llegó con su bicicleta a la casa donde vivían antes.
—¿No te parece raro? No es que me he olvidado de nuestra nueva casa, de hecho, es la que esperaba ver cuando levanté la mirada. Supongo que fui tantas veces a esa casa, que se convirtió en un hábito y llegué allá automáticamente, sin pensarlo.
Su madre rio.
—Creo que has demostrado que es cierto el viejo refrán que dice que los viejos hábitos no mueren. Caíste en un viejo hábito, pero mientras sigas viniendo a esta casa, formarás un nuevo hábito. Este lugar se volverá en poco tiempo tan familiar para ti como el anterior.
Esa noche, cuando su padre oyó sobre la experiencia de Martina, sonrió.
—Es fácil ir a los lugares conocidos —él hizo una pausa y luego agregó—. De muchas maneras.
—¿De qué otras maneras? —preguntó Marina—. ¿Qué otras cosas ridículas crees que yo podría hacer?
—Solo estaba pensando que para los cristianos a veces es fácil volver a caer en los viejos hábitos, en las cosas que solíamos hacer antes de conocer a Jesús y que Él nos cambiara y nos hiciera personas nuevas —explicó papá—. Una de las mejores formas de deshacernos de los viejos hábitos malos es desarrollar nuevos hábitos que reflejen la nueva vida que tenemos en Jesús. Mientras aprendemos más acerca del Señor y lo que Él quiere que seamos, Dios nos ayuda a formar nuevos hábitos.
—Entonces, esa es una razón por la que debemos ir a la iglesia y leer la Biblia, ¿verdad? —preguntó Martina—. Esas son las maneras en que aprendemos más acerca de Él y desarrollamos buenos hábitos.
ANN LA COMBE
LOS HÁBITOS SE PUEDEN CAMBIAR
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 12:2
NO SE ADAPTEN A ESTE MUNDO, SINO TRANSFÓRMENSE MEDIANTE LA RENOVACIÓN DE SU MENTE.
¿Hay viejos hábitos que tengas que romper? ¿A veces dices o haces cosas que no están de acuerdo con la nueva vida que Jesús te ha dado? La mejor manera de deshacerte de los viejos hábitos es creando nuevos hábitos. Dios te ayudará a lograrlo mientras vas a la iglesia, lees tu Biblia, oras y pasas tiempo con amigos cristianos. Confía en que el Señor te ayudará a reemplazar los viejos hábitos pecaminosos con hábitos nuevos que reflejen la bondad y el amor de Dios.
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