La voz de la madre
Aurora y su madre caminaban junto a la orilla de un lago cercano, durante un día fresco de primavera, y una leve bruma se levantaba del agua.
—Mira, mamá. Esa señora está alimentando a los patos —la niña apuntó a una mujer que estaba sentada en una banca—. Vayamos a verlos.
—Está bien —aceptó su madre, así que caminaron adonde se encontraba la mujer. Una muchedumbre de patos se paseaba a su alrededor, empujándose frenéticamente para comer el maíz que ella les ofrecía.
—¡Hay una pata que tiene bebés! —Aurora rio al señalar a la mamá pata que era seguida de varios patitos—. Son tan lindos y chiquitos.
Mamá asintió.
—Sí, y fíjate en lo cerca que permanecen de su madre.
—¿Cómo saben cuál de todos los patos es su mamá? —preguntó la niña—. Todos se ven iguales.
Al escucharla, la mujer sentada en el banco le respondió.
—Para ti se ven iguales, pero no para ellos. Y los patitos conocen la voz de su madre.
Aurora notó que dos patitos estaban afuera del grupo, tropezando y chillando con sus vocecitas.
—¡Oh, pobres pequeños! Tal vez ellos no tengan una madre.
La mujer apuntó hacia donde estaba la familia de patos.
—Son parte del mismo grupo. Se separaron de los demás polluelos hace un minuto.
En ese momento, la mamá pata empezó a graznar con fuerza y se dirigió al agua. Los cinco patitos que estaban con ella la siguieron. Los otros dos polluelos vacilaron, pero después se lanzaron al agua también. Se alinearon con los otros patitos mientras la mamá pata los guiaba por el lago.
—¡Guau! En verdad conocen su voz —comentó Aurora—. Y hacen lo que ella les dice, ¿verdad?
La mujer asintió.
—Los niños deberían obedecer la voz de sus madres así como los patitos —dijo con una sonrisa.
Mamá rio.
—Estoy de acuerdo —afirmó mientras ella y Aurora se dieron la vuelta para regresar.
—Yo también estoy de acuerdo —agregó la niña durante la caminata. Se rio cuando su madre la miró con expresión de sorpresa—. Está bien, admito que no siempre me porto así, pero sé que las mamás realmente quieren lo mejor para sus hijos.
—Me alegra que lo sepas —aseguró su madre—. Sé que no soy perfecta, pero todos los días oro para que Jesús me ayude a enseñarte a seguirlo. Él me hizo tu mamá para que pueda ayudarte a oír Su voz.
Aurora abrazó a su madre.
—Estoy muy agradecida porque Jesús te hizo mi mamá.
MARYA DECKER
GRACIAS A DIOS POR LAS MADRES
VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 1:8
NO ABANDONES LA ENSEÑANZA DE TU MADRE.
¿Escuchas a tu madre? ¿Sigues sus consejos? Hasta los animalitos bebé, como los patitos, escuchan a sus madres. ¿Tú lo haces? ¿Obedeces a tu mamá o las personas que Dios ha puesto en tu vida para cuidarte? El Señor pone a las madres en las vidas de los niños para que puedan demostrar el tipo de amor que Jesús tiene por nosotros. El Día de la Madre es un buen momento para darle gracias a Dios por las personas que te aman y cuidan de ti.
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