La vieja mansión
—¡Me muero de ganas de ver la vieja mansión! —exclamó Camila.
Ella y su familia estaban de camino a visitar a sus abuelos García, que recientemente se habían convertido en los cuidadores de una casa grande.
—Hay una niña nueva en mi clase, se llama Emma, ¡y se viste tan raro! Me dio tanta vergüenza estar con ella cuando nuestra maestra me pidió que le mostrara la escuela.
Lucas, el hermano de Camila, torció los ojos.
—¿Y qué importa cómo se viste? Cómo es es más importante que la ropa que usa.
—Lucas tiene razón, hija —afirmó su madre—. Parecería que te estás enfocando en la apariencia de Emma en lugar de quién es ella, como persona.
Camila puso mala cara y cambió el tema.
—Miren —dijo apuntando hacia adelante—. ¡Creo que ya llegamos! —cuando su padre tomó una vía descuidada que llevaba hacia una vieja casa grande, la niña frunció el ceño—. No puede ser este lugar. ¡Parece más un basurero que una mansión!
Pero cuando sus abuelos les dieron la bienvenida y los invitaron a entrar, Camila se quedó con la boca abierta. Los pisos estaban brillantes y una bella escalinata alfombrada se dirigía desde el pasillo hasta el segundo piso.
—¡Oh, guau! ¡No puedo creer lo linda que es esta casa! El exterior se ve tan deteriorado.
—Sí —indicó su abuelo—. La mansión está en restauración, pero la compañía que fue contratada para trabajar en el exterior no puede comenzar hasta el próximo mes. Por eso hay tanta diferencia entre lo de adentro y lo de afuera —él sonrió—. Esta casa es un buen ejemplo de por qué no deberíamos juzgar por las apariencias.
—Estábamos hablando un poco sobre eso cuando veníamos hacia acá —señaló mamá, dándole un codazo a Camila—. A veces nos olvidamos de que el corazón de una persona es mucho más importante que cómo se ve o cómo se viste. Pero Dios lo sabe, Él mira el corazón, y Jesús murió y resucitó para salvarnos del pecado, para que nuestros corazones pudieran ser hechos nuevos, como el interior de esta casa. Tanto así nos ama a cada uno de nosotros.
Camila miró a su alrededor y vio la hermosa casa, pero después se fijó en el jardín descuidado. «Mamá tiene razón», pensó. «Sí juzgué a Emma por la forma en que se ve por fuera y eso estuvo mal. Cuando regrese a la escuela, trataré de conocerla mejor para saber cómo es realmente en el interior».
LINDA WEDDLE
NO JUZGUES POR LAS APARIENCIAS
VERSÍCULO CLAVE: JUAN 7:24
NO JUZGUEN POR LA APARIENCIA.
¿Aceptas o rechazas a las personas por cómo se ven? Dios dice que es el interior lo que cuenta. Él mira nuestros corazones y, aun cuando ve la fealdad del pecado ahí, no nos rechaza. ¡Más bien, nos ofrece un corazón nuevo y limpio a través de Jesús! Así deberíamos ver a los demás. En lugar de juzgar a las personas con base en su apariencia, recuerda cómo Dios las ve y muéstrales el amor que Él ha puesto en tu corazón.
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