La razón equivocada

Lucía sonrió mientras sacudía las monedas de su alcancía.  “¡Aquí hay más de lo que recordaba!”, pensó.  “Esta semana puedo poner un dinerito extra en la ofrenda y usar el resto para comprar dulces”, decidió alegremente.

Cuando Lucía llegó a su clase de escuela dominical, se sentó con su amiga, María.  El momento que su maestra comenzó a pasar el plato de las ofrendas, María sacó un poco de dinero de su bolsillo y se lo mostró a Lucía.  “Mi tía me dio un chequecito muy jugoso por mi cumpleaños”, le contó a su amiga, “y voy a poner una parte en la ofrenda”.  Lucía notó que era mucho más de lo que ella había planeado dar.

“¿Y tú, Lucía?”, preguntó María.  “¿Cuánto trajiste?”

Lucía se sonrojó.  Lo que había planeado ofrendar ya no le parecía gran cosa.  Pero había traído todo su dinero, incluyendo lo que pretendía gastar en sí misma.  Se lo enseñó a María y, cuando les pasaron el plato, arrojó todo de mala gana.

De camino a casa, al terminar el servicio en la iglesia, Lucía permaneció sentada en silencio en el asiento trasero.  “¿Por qué tienes esa cara tan triste, hijita?”, le preguntó su madre.

Lucía suspiró y explicó lo que había ocurrido en su clase de escuela dominical.  “No lo entiendo”, expresó.  “Di más de lo que había planeado, así que debería sentirme bien por eso, ¿cierto?”

“No necesariamente”, indicó mamá.  “El dinero que planeaste ofrendar fue por tu propia voluntad, un regalo de amor para Dios.  El dinero extra lo diste por impresionar a tu amiga.  Hiciste tu ofrenda por la razón equivocada, para que tú te veas mejor que otra persona, no por gratitud por todo lo que Jesús ha hecho por ti”.

Lucía suspiró.  “Mi razón para darlo todo no fue la correcta, pero Dios todavía usará ese dinero, ¿verdad?”

“Por supuesto que sí”, respondió su padre.  “Cuando damos algo por las razones equivocadas, podemos confesarlo a Jesús y saber que Él arreglará las cosas”.  Papá sonrió a su hija a través del espejo retrovisor.  “En el futuro, decide lo que creas que Jesús quiere que ofrendes y quédate con eso.  No lo platiques con tus amigas.  Que eso quede entre tú y el Señor.  Luego entrega tu ofrenda con gozo para que sea usada para la gloria de Dios”.  —  SHERRY L. KUYT

OFRENDA DE CORAZÓN

VERSÍCULO CLAVE: 2 CORINTIOS 9:7

DIOS AMA AL QUE DA CON ALEGRÍA.

¿Entregas parte de tu dinero al Señor cada semana en la iglesia?  Eso es bueno, pero recuerda darlo por la razón correcta.  La Biblia nos dice que ofrendemos generosamente por gratitud por todo lo que Dios nos ha dado, nunca para impresionar a otras personas.  Ora para que sepas cuánto ofrendar y quizá conversa también con tus padres sobre eso.  Luego da con un corazón alegre y dispuesto, en agradecimiento por todo lo que Jesús ha hecho por ti.

Clave de Hoy
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